
Por algunos acontecimientos que he ido observando estas últimas dos semanas en mis afanes y compromisos típicos del área educativa y como representante del Convenio entre la Diócesis de San Francisco de Macorís y el MINERD, también como miembro del Distrito 14-06 colaborando en Participación Comunitaria y el compromiso de supervisar la marcha de 6 colegios católicos de forma directa, a mí se me ha disparado el espíritu del típico maestro de la sospecha.
Quizás una mezcla de espíritu filosófico hipercrítico que he heredado de JF Lyotard con algo de duendismo dominicano. Yo presagio que la educación pública dominicana irá a peor. Es un derrotero tipo cuesta resbalosa de bajada.
Hay que decirlo claro. La escuela que tenemos hoy es totalmente otra. Podría decirse que es "una nueva escuela", desconocida, desfigurada, cuasi una farsa.
Alguien ha dicho que parece que el MINERD cada vez más ve al profesor como una especie de payaso animador de circo. Que su función es entretener.
Diría yo, que máxime el profesor alcanza para ser un animador social que debe cuidar que ningún alumno sienta ansiedad o algo de depresión, mucho menos que el estudiante tenga que enterarse que el esfuerzo y la disciplina es el camino que les aguarda.
Se dice que hay que hacer de las clases un lugar agradable. Algunos extreman y llegan a decir que las clases y la educación misma en su conjunto, debieran ser algo divertido, que debiera aprenderse jugando.
No faltan las voces que afanan cada día para que ya no se dejen tareas para la casa. Actualmente ya los exámenes han quedado fuera de la ecuación. Porque ya no se puede evaluar por “simple examen”, un examen no puede definir ni determinar la vida de un estudiante. “Sería injusto”, dicen.
Lamentablemente, aprender no es agradable. Porque el proceso educativo no genera dopamina constante. Hay que alcanzar ciertos niveles, para de vez en cuando captar un breve hilillo de gratificación.
Es como captar, por un instante, la musa de la poesía que va pasando sutilmente. Atraparla no es fácil, porque implica estar muy despierto y bien atento. La recompensa de la educación es a muy largo plazo.
Si se trata de los papás, la cosa ya se va poniendo muy fea. Ven la escuela más como guardería que como lugar de aprendizaje y enseñanza. Incluso, cada vez más, hay padres que le hablan a uno casi como si la responsabilidad de criar sus hijos fuera nuestra [de los centros educativos].
Sin ir más lejos, una joven mujer se me acercó con su niño de 7 años a hablarme que quería que pusiéramos su niño en la Catequesis. Y en la conversación hablaba con el niño sobre el grave problema del uso del celular y la tableta. Y le pedía al niño que me prometiera que él iba a mejorar e iba a reducir el uso de los aparatos electrónicos.
Me costó decirle, señora pero póngale el control usted. Aplíquele control parental a los aparatos. Y cuando revise que su hijo tiene x cantidad de horas de uso, bloquéelo y que el niño sepa que ya se acabó. Ojo, que no se trata de una madre con pocos estudios, ni con poca formación. Hablo de una profesional en toda regla. Y venida de una buena familia, hasta con un poco de apellido.
El síndrome de la satisfacción al cliente
Más lamentable todavía, cuando ahora muchos padres creen que la escuela es un centro de servicios centrado en la satisfacción del cliente, donde su niño no puede casi ni ser mirado, llamado a la atención o regañado por su mal comportamiento. El maestro tiene que medir cada palabra y pensar en su cabeza qué palabra es la más adecuada para usar en cada momento.
Aquí algunas de mis predicciones azarosas: en poco tiempo, veremos a la ADP haciendo protestas masivas [como las de Corea del Sur de hace 2 años] para pedir una revisión de ley para proteger los derechos de los maestros [sobre todo la integridad física y el maltrato psicológico] respecto a las leyes que sobreprotegen de forma excesiva al menor.
Otra predicción más: veremos maestros suicidarse por la pérdida de sentido de su vocación de maestro. O por la presión excesiva de la burocracia y el papeleo asfixiante, pero insulso, que se piden desde el MINERD desde sus diversos órganos.
Otro factor de la catástrofe que veo venir, la sustenta el sentimiento de desamparo y de miedo que viven los profesionales de la educación, llegando a niveles aberrantes. No tengo el dato preciso, pero sospecho que el uso de ansiolíticos entre los profes va en aumento. Sería bueno conocer cuantos profesores han abandonado el magisterio en RD en los últimos 10 años.
Si 20 años atrás nadie quería ser profesor por los bajos salarios, pronto veremos estampidas de maestros y pocos, quienes quieran estudiar la carrera e ingresar, por la inseguridad, la peligrosidad y el riesgo de estar en aula; agréguese la vorágine del día a día, el consumo de tiempo extra laboral y la carga de estrés crónico, o llámele ahora el síndrome de burnout que apaga silenciosamente los sueños de cualquier maestro.
¿Y los estudiantes? Bien, gracias. En cada aula del sistema público dominicano, ya lo repito, no hay más de 4 estudiantes que tengan competencia de verdad. Esto significa: 1.- Que el estudiante pueda leer correctamente y a la vez interprete y extraiga la idea central de lo que lee. 2.- Que pueda generar un texto escrito con su propio vocabulario de entre 150-200 palabras. 3.- Que ese texto esté bien escrito sintáctica y ortográficamente.
Desde el Ministerio se nos va insinuando que al estudiante se le debe evaluar acorde con sus capacidades, conocimientos y circunstancias del entorno. Así sea que el estudiante tenga las competencias de un niño de 3⁰ o 4⁰ grado de primaria pero que ya está en 1⁰ o 2⁰ de secundaria. Usted pregunta en cualquier aula pública del país a los muchachos de secundaria, cuántos libros han leído en los dos últimos años y no pasan de 3 estudiantes los que dicen haber leído entre 1 – 5 libros.
El problema del uso de celulares, pantallas, Internet y las redes sociales:
Esta es la más grave amenaza que atenta contra la educación y el futuro de los adolescentes y jóvenes en su gran mayoría. El viernes pasado entré a un segundo de secundaria y vi una joven durmiendo e intervine para preguntarle si le pasaba algo.
A la Maestra y a mí, nos dijo: nada ¿Y por qué duermes? ¿Oh, no lo ves? Sueño que tengo. Pregunté más. ¿A qué hora te acostaste? A las 9:00 pm. ¿A qué hora te dormiste? Como a las 3:00 am. Comencé, entonces, a preguntar uno por uno. Al menos 7 estudiantes me respondieron, con toda sinceridad y naturalidad, que se habían dormido entre las 3 y las 6 de la mañana.
Y comenzó una discusión por las delaciones de los horarios de última vez en los perfiles de redes sociales de algunos.
La situación del uso de Vapers es otro problemón que irá a peor. Los padres no están al tanto, que fácilmente su hijo ya va usando 75mg/ml de nicotina, cuando comenzó apenas con 5mg/ml.
Por lo general, cuando un joven ya pasa de 50mg/ml podría ya estar empezado a usar algún tipo de drogas más duras. En este mismo orden, hoy son muchos los centros que están infiltrados por las drogas. Puntos de drogas en las inmediaciones de los centros y jóvenes que son distribuidores y consumidores dentro de los mismos.
Y no sigo! Porque faltaría hablar de los troyanos, de “las gominas” y otras linduras. Hasta juegos de azar. Eso, que también faltaría hablar del silencio, de la limpieza, del cuidado de la planta física y el mobiliario de los centros, del respeto a los maestros, de la puntualidad, la disciplina…
Todo esto, para reiterar mi pronóstico fatalista, que nuestro sistema educativo público irá a peor cada día. Mi miedo ahora es que el sistema público acabe dañándonos, por contagio forzoso, la educación católica de siempre, por desgracia del convenio. Señor, líbrame. Porque tengo boca de chivo.