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Más que pesimista, soy un optimista bien informado.
El homo sapiens está en crisis, y de tan poderoso, por poder está pudiendo consigo mismo, con su alma.
Aquello de “el hombre lobo del hombre”, que en el siglo XVII popularizó Hobbes se reconfirma una vez más, y por dañar, estamos dañando hasta la casa común, colocada al borde de un colapso ecológico. De tanto avanzar en la ciencia descuidamos lo humano, (las humanidades prácticamente no existen en escuelas ni universidades), mientras jugamos con una I.A., que de tan útil para todo nos volverá a todos prescindibles.
Harari, en su nueva obra Nexus, lo explica así… “… las tensiones internacionales van en aumento, la cooperación global se está haciendo más difícil, las naciones acumulan armas apocalípticas y una nueva guerra mundial no parece imposible”. Y no exagera. Estados Unidos se desangra institucionalmente destruyendo incluso valores que le reconocían hasta sus enemigos. País de las libertades individuales y las oportunidades, donde todos son inmigrantes. Tan defensor de los derechos humanos como era, tiene ahora un gobierno dedicado a violarlos, y por eso irrespeta hasta a la prestigiosa Universidad de Harvard, atenta contra su libertad de cátedra, y al pretender censurar sus contenidos la está regresando a El Nombre de la Rosa.
El genocidio en Gaza continúa con el silencio cómplice de Europa y la complicidad cínica de la ONU. En Polonia, la ultra derecha da el triunfo a los conservadores debilitando a una Europa decadente desplazada de las grandes decisiones globales que ahora toman Estados Unidos y China, ambosasociados en sociedad con la “democracia iliberal” de Rusia.
Todo ocurre mientras en España el partido ultraderechista de corte fascista y nostalgia franquista, VOX, ocupa un sólido tercer lugar, su líder Abascal es el favorito (por encima del Sr. Feijóo, PP) para enfrentar al presidente Pedro Sánchez, PSOE, y en París, con un Macron en crisis varias, la señora Le Pen solo espera las próximas elecciones para asumir el poder.
Mientras gira el mundo, en el país se entroniza el discursopseudo periodístico centrado en la difamación, la descalificación y el insulto, como forma de conectar con las audiencias (y para cosas peores), al tiempo que más de uno trata con guantes de seda a difamadores de oficio y profesión, y todo por los aplausos de las audiencias y lectorías de un mundo patas arriba…y empeorando.