
“Yo sé que estoy piantao, piantao, piantao. No ves que va la luna rodando por Callao”. Así dice la estrofa primera de “La balada para un loco”, que Goyeneche cantó como nadie. Cincuenta y cinco años después, los locos somos nosotros, habitantes de un alocado mundo atrapado en la reflexión de Gramsci, “cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer, entre tanto surgen monstruos”. Y cuántos monstruos políticos, mediáticos, “empresariales” nos van saliendo cada día, algunos, incluso, con apoyo electoral que es lo que jode.
Duele admitirlo: “cuando nos sabíamos todas las respuestas, nos cambiaron todas las preguntas”. Caído el Muro de Berlín, cada vez más arrogante y salvaje el capitalismo triunfal, en los 35 años posteriores el mundo se ha ido haciendo cada vez más pequeño, injusto y loco, “piantao, piantao”, eso.
En Occidente, los sistemas partidarios hacen aguas mientras avanzan los anti-partidos y los varones de la anti-política ganan elecciones como concursos de belleza… o de locura. Pero resulta que ni la falta de salud mental, ni el irrespeto a las leyes, con sentencias condenatorias, por ejemplo, son impedimento para que, en cualquier país, cualquier señor logre ocupar la primerísima magistratura del Estado, y voto a voto que es lo que jode, ya dije.
Perdón por la nostalgia, pero hubo un tiempo en que “París era una fiesta”, y Hemingway escribía versos a Mademoiselle Ivonne, ay, Ivonne, “alondra gris, tu dolor me conmueve/tu pena es de nieve, Madame Ivonne…”
Hoy anda Europa, tan muertecita y desencajada, “tan flaca, fañé y descangayada” como la dama del tango de Discépolo, decadente, y gris, disminuida y humillada por un Estados Unidos que la irrespeta dándole categoría y trato de patria bananera, como a nosotros, pero nosotros estamos acostumbrados.
Peligra el proyecto Europa, Rusia avanza en su lucha por recuperar el imperio perdido, y China toma nota complacida. Todo ocurre mientras el presidente de la primera potencia del mundo, como los malos amores, no tiene conciencia de nada y es capaz de todo. La tragedia de Gaza ocurre ante los ojos evasivos y crueles de un mundo de locos que es hoy lo más parecido a los años que en Alemania antecedieron al Tercer Reich.
Entonces, en lo que el mundo explota, que la toque otra vez Piazzolla, y la escuche quien merece “la mágica locura de revivir y reinventarnos. Quereme así piantao”.