¿Recuerdas la muerte de algún vicepresidente en pleno ejercicio de sus funciones?
El 20 de enero de 1983, la República Dominicana perdió a uno de sus políticos más queridos y respetados del momento: Manuel Fernández Mármol (Manolo), quien falleció a los 70 años de edad, a causa de un cáncer, cuando apenas habían transcurrido cinco meses de haber asumido el cargo de vicepresidente de la República, acompañando al presidente Salvador Jorge Blanco.
Nacido en Santiago de los Caballeros el 3 de junio de 1912, Fernández Mármol fue un destacado empresario y comerciante antes de incursionar en la política.
Durante las elecciones de 1982, fue candidato a la vicepresidencia por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), acompañando en la boleta presidencial a Salvador Jorge Blanco, quien resultó electo. Además, era miembro del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido y desempeñaba la dirección de la Corporación de Fomento Industrial.
A pesar de su breve tiempo en el cargo, Fernández Mármol los datos de la época relatan que este se distinguió por su sencillez, conciliación y honestidad, lo que le permitió ganarse el cariño y respeto de sus compatriotas. Durante su gestión, se mostró como un hombre de carácter firme y generoso, siempre dispuesto a trabajar en beneficio del bienestar colectivo.
Tras su fallecimiento, la vicepresidencia no volvió a ser ocupada para el resto del mandato de Jorge Blanco. En su honor, el 10 de noviembre de 1983, el Congreso Nacional aprobó la Ley No.171, que renombró el edificio de oficinas públicas situado en la avenida 27 de Febrero esquina Juan Bautista Vicini de Santo Domingo con el nombre de "Edificio Manuel Fernández Mármol" (El Huacalito).
Hoy, Manuel Fernández Mármol sigue siendo recordado con estima por su dedicación al país, dejando un legado de integridad y servicio público.
Manolo es el vicepresidente con menor tiempo en el cargo en la historia reciente de la República Dominicana.
El presidente Salvador Jorge Blanco escribió sobre él luego de su muerte: “No se sinceramente que más admirar en don Manolo, si su sentido de la fidelidad a la amistad o su lealtad con la vida partidaria. Todavía me debato en estas dudas. Sin embargo, hay algo que tengo que señalar como una condición sobresaliente en él: el valor con que se enfrentó a los momentos más difíciles de su vida y sobre todo el valor con que se enfrentó a la muerte”.