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En un encuentro que ya despierta gran expectativa global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, llegaron este viernes a Alaska para participar en una cumbre destinada a abordar la guerra en Ucrania. Pese al simbolismo del momento, la Casa Blanca confirmó que no habrá reunión privada entre ambos líderes, como se había insinuado a comienzos de semana.
La portavoz Karoline Leavitt explicó que Trump estará acompañado por el secretario de Estado, Marco Rubio, y el negociador especial, Steve Witkoff, en todas las sesiones formales. La ausencia de un cara a cara a solas busca, según fuentes diplomáticas, mantener la transparencia y evitar interpretaciones de acuerdos paralelos.
En declaraciones a reporteros a bordo del Air Force One, Trump insistió en que Estados Unidos impondrá “consecuencias severas, económicamente severas” a Rusia si no muestra disposición real de negociar el fin del conflicto. “No lo hago por mi salud, ni lo necesito. Me gustaría centrarme en nuestro país, pero lo hago para salvar muchas vidas”, afirmó el mandatario.
Trump también dejó claro que no acude en representación del gobierno de Volodymyr Zelensky. “Serán discutidas, pero hay que dejar a Ucrania tomar esa decisión”, respondió al ser consultado sobre posibles concesiones territoriales a Moscú a cambio de la paz.
Sobre las perspectivas del encuentro, el presidente estadounidense reconoció que existe “un 25% de probabilidad” de que la cumbre no produzca avances concretos. Comparó la cita con “un juego de ajedrez” que podría allanar el camino para un segundo encuentro, esta vez incluyendo al presidente ucraniano.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores evitó especular sobre los resultados. Tras su arribo a Alaska, se limitó a decir que Moscú escuchará las propuestas estadounidenses, en un clima en el que las expectativas y el escepticismo se mantienen en equilibrio.