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El Sobrino de Botín, ubicado en el centro histórico de Madrid, celebró su 300 aniversario y mantiene el récord del restaurante más antiguo del mundo en funcionamiento continuo, según el Libro Guinness de los Récords.
Fundado en 1725, el establecimiento ha permanecido abierto sin interrupciones a lo largo de guerras, crisis y pandemias, convirtiéndose en un símbolo de la historia gastronómica española.
El restaurante abrió sus puertas en la calle Cuchilleros, en el barrio de los Austrias, dentro de un edificio que data de finales del siglo XVI. A lo largo de su trayectoria:
Desde 1930, Botín es gestionado por la familia González, actualmente en su tercera generación. Antonio González, copropietario, señala que la clave de su permanencia ha sido el respeto a la cocina tradicional y a la autenticidad.
Lejos de la alta cocina moderna, Botín es reconocido por una propuesta sencilla basada en recetas castellanas, especialmente su emblemático cochinillo asado y el cordero lechal, preparados en un horno de leña de granito que nunca ha dejado de funcionar.
Cada día, el restaurante atiende a cerca de 800 comensales y asa alrededor de 60 cochinillos y 20 corderos, manteniendo métodos de preparación casi idénticos a los de hace siglos.
El lugar también forma parte del imaginario cultural: escritores como Ernest Hemingway ambientaron escenas de sus novelas allí, y la tradición popular vincula el local con figuras históricas del arte y la monarquía española.
Más allá de su cocina, Sobrino de Botín conserva balcones marcados por la metralla de la Guerra Civil, salones con cerámicas tradicionales y bodegas que forman parte de su leyenda. Todo ello ha convertido al restaurante en una especie de museo vivo, donde historia y gastronomía conviven a diario.
A 300 años de su fundación, Botín sigue operando como lo ha hecho durante generaciones: sin reinventarse, apostando por la continuidad y preservando un legado culinario que lo mantiene vigente en pleno siglo XXI.