
Una banda profesional irrumpió ayer por la mañana en la famosa Galerie d’Apollon del Louvre y sustrajo ocho piezas de joyería histórica pertenecientes a la colección de la corona francesa, según informó la ministra de Cultura, Rachida Dati.
El robo se efectuó en torno a las 9:30 a. m. y se considera uno de los más audaces de los últimos años.

Compuesto por siete tallos de tres grandes perlas superpuestas que alternan ocho cartuchos en forma de piel, rematados con un follaje de pera y diamantes
Los cartuchos, con follaje de diamantes bordeado por una hilera de perlas, contienen tres perlas y un follaje de diamantes. El conjunto reposa sobre una banda de perlas redondas y hojas de diamantes
En total: doscientas doce perlas, incluidas diecisiete peras, mil novecientos noventa y ocho diamantes y novecientas noventa y dos rosas.

Todas estas joyas están adornadas con zafiros de Ceilán en su estado natural, es decir, sin calentar para cambiar su color como se hace actualmente en joyería.
Este conjunto, modificado con el tiempo, fue lucido sucesivamente por la reina Hortensia, la reina María Amelia e Isabel de Orleans. A pesar de los retratos de estas ilustres mujeres luciendo este conjunto, sus orígenes siguen siendo un misterio.
Se desconoce quién lo encargó y quién lo creó, pero este conjunto constituye un valioso testimonio de la joyería parisina.

El conjunto completo, ofrecido por Napoleón a María Luisa con motivo de su matrimonio, fue entregado a finales de marzo de 1810 e incluía una tiara, un collar, un par de pendientes y una peineta.
El collar está compuesto por 32 esmeraldas, 10 de ellas en forma de pera, 1138 diamantes, 874 brillantes y 264 rosas.
La esmeralda central (13,75 quilates), de forma ovalada, está tallada con ocho lados.

En total, 94 diamantes. Una hipótesis es que la joya, fácilmente extraíble, fue diseñada para poder insertar posteriormente un elemento intermedio que habría contenido una reliquia.

Formaba parte del centro de un cinturón compuesto inicialmente por más de 4.000 piedras pertenecientes a los Diamantes de la Corona, para ser exhibido en la Exposición Universal de 1855, y ser lucido por la Emperatriz Eugenia.

La forma de la corona de la Emperatriz Eugenia es típica de las representaciones de coronas imperiales, diseñada según un principio ya presente en los escudos de armas imperiales del Primer Imperio.
Los ocho arcos en forma de águila estaban hechos de oro cincelado, mientras que los demás forman palmetas de diamantes, incluyendo una grande en el centro. Cada palmeta está flanqueada por dos esmeraldas.