La historia de Kilmar Ábrego García comienza en su natal El Salvador, pero se ha vuelto cada vez más incierto dónde terminará.
La semana pasada, la Corte Suprema estadounidense le ordenó al gobierno del presidente Donald Trump facilitar su regreso a Estados Unidos desde una notoria prisión salvadoreña, rechazando la afirmación de la Casa Blanca de que no podía recuperar al ciudadano salvadoreño después de deportarlo por error.
El lunes, funcionarios del gobierno de Trump se opusieron a la idea de traerlo de regreso, argumentando que ello dependía de El Salvador. El presidente salvadoreño Nayib Bukele declaró que carecía del poder para devolverlo, y afirmó que sería “absurdo” el “contrabandear a un terrorista a Estados Unidos”.
Ábrego García, de 29 años, vivió en Estados Unidos durante aproximadamente 14 años, en los cuales trabajó en el sector de la construcción, se casó y estaba criando a tres hijos con discapacidades, según los registros judiciales.
Funcionarios del gobierno de Trump dijeron que fue deportado el mes pasado con base en una acusación de 2019 de la policía local en Maryland de que era miembro de la pandilla MS-13. Ábrego García lo negó y nunca fue acusado de un delito, dijeron sus abogados.
Más adelante en ese mismo año, un juez de inmigración de Estados Unidos protegió a Ábrego García de ser deportado a El Salvador, ya que probablemente enfrentaría persecución allí por parte de pandillas locales que habían aterrorizado a su familia. De todos modos el gobierno de Trump lo deportó allí, y posteriormente indicó que se había tratado de “un error administrativo”, pero insistió en que era miembro de la MS-13
Mientras su caso continúa en los tribunales de Estados Unidos, a continuación presentamos la historia de Ábrego García hasta ahora:
Amenazas de pandillas en El Salvador
Ábrego García creció en San Salvador, la capital de El Salvador, según documentos judiciales presentados en el tribunal de inmigración de Estados Unidos en 2019. Su padre era un exagente de policía. Su madre, Cecilia, vendía pupusas, el plato emblemático del país, hecho a base de tortillas rellenas de mezclas de queso, frijoles o cerdo.
Toda la familia, incluidos sus padres, dos hermanas y un hermano mayor, manejaban el negocio desde casa, según registros judiciales. El trabajo de Ábrego García era comprar ingredientes en la tienda de comestibles y efectuar entregas con su hermano.
“Todos en el pueblo sabían que debían conseguir sus pupusas en ‘Pupusería Cecilia’”, escribieron sus abogados.
Una pandilla local, Barrio 18, comenzó a extorsionar a la familia por “dinero de alquiler” y amenazó con matar a su hermano mayor César, o forzarlo a unirse a su pandilla, si no pagaban, según los documentos judiciales. La familia acató la petición, pero a la larga envió a César a Estados Unidos.
De manera similar, Barrio 18 apuntó a Ábrego García, según su caso de inmigración. Cuando tenía 12 años, la pandilla amenazó con llevárselo hasta que su padre les pagara “todo el dinero que quisieran”. Aún lo vigilaban mientras caminaba hacia y desde la escuela.