Cientos de presos en California fueron desplegados para apoyar a los bomberos en la ardua batalla contra los incendios que devastan el condado de Los Ángeles.
Según datos del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (CDCR), unos 930 presos-bomberos trabajan en jornadas intensivas arriesgando sus vidas, recibiendo salarios mínimos por sus esfuerzos.
Gestionados por CalFire, estos reos operan desde campamentos base temporales, instalaciones de mínima seguridad donde cuentan con servicios básicos como comida, ropa especializada, baños portátiles y espacios para descansar tras las extenuantes labores.
El programa, aunque esencial en la respuesta a emergencias, ha generado controversia por las condiciones laborales de los presos y el bajo salario ofrecido, especialmente considerando los riesgos que enfrentan al combatir las llamas en situaciones extremas.
"En estos campamentos de bomberos hay reclusos y bomberos, tanto (conviviendo) juntos como solo reclusos" y todos duermen en tiendas de campaña, explica a EFE el director ejecutivo de la Coalición Anti-Reincidencia, Sam Lewis.
Su jornada es intensa, como la de cualquier otro personal desplazado a la zona: trabajan en turnos de 24 horas, algunos 48 horas, y se dividen las áreas afectadas para evitar, sobre todo, que las llamas apagadas vuelvan a suponer un peligro activo en la zona.
"Están trabajando en condiciones realmente duras, especialmente en incendios forestales, donde están tratando de asegurarse de detener el crecimiento del fuego", dice Lewis.
Los centros disponen de una cocina portátil para alimentar a los reclusos, aunque en ocasiones disfrutan de otros suculentos manjares como hamburguesas de la famosa cadena californiana In’n’Out o sándwiches de cerdo desmenuzado, precisa.