Cada 27 de febrero, Día de la Independencia Nacional y de la Rendición de Cuentas del presidente ante la Asamblea Nacional, los funcionarios e invitados que asisten al Congreso Nacional siguen un estricto código de vestimenta: el negro.
Esta tradición ha generado curiosidad en redes sociales, pero tiene un precedente histórico que va más allá del simbolismo del luto.
La disposición se remonta a 1973, cuando el entonces presidente Joaquín Balaguer estableció mediante decreto que las ceremonias oficiales tuvieran un código de vestimenta diferenciado según la estación del año.
En ese sentido, el color blanco se reservó para eventos celebrados en los meses de verano, como la toma de posesión presidencial en agosto, mientras que el negro se asignó para ceremonias en los meses de invierno, incluyendo la Rendición de Cuentas de cada 27 de febrero.
Expertos en protocolo y comunicación estratégica coinciden en que el uso del negro en estos actos responde a la necesidad de mantener una imagen acorde con la formalidad y la solemnidad del Estado. En ceremonias de esta magnitud, la vestimenta es un reflejo del respeto hacia la investidura presidencial y la institucionalidad del país.
Más allá del protocolo, el color negro también se asocia con la sobriedad y la seriedad, características esenciales en un evento donde el presidente presenta el estado de la nación ante el Congreso y la ciudadanía. Así, el código de vestimenta no solo sigue una normativa histórica, sino que refuerza la importancia del acto dentro de la democracia dominicana.