
Más de ocho décadas después de haber sido fundada en México, la congregación Legionarios de Cristo sigue envuelta en escándalos por abusos sexuales contra menores de edad y por manejos financieros de fondos millonarios sospechados de lavado de dinero.
Apenas el jueves pasado, uno de sus miembros, el sacerdote Antonio María Cabrera, fue detenido en la Ciudad de México. Está acusado de haber cometido tres agresiones sexuales contra un menor entre 2004 y 2011, por lo que fue enviado a una cárcel de esta capital a la espera de su juicio y condena.
La captura reavivó el historial de crímenes que arrastran los Legionarios de Cristo, una congregación que el fallecido sacerdote Marcial Maciel fundó en 1941 y que, con el pasar de los años, logró convertir en una poderosa y acaudalada institución que contaba con sedes en decenas de países, además de cuentas en paraísos fiscales y un amplio respaldo y protección de poderes políticos y eclesiásticos.
Maciel pudo consolidar a la congregación a pesar de que las denuncias de abuso sexual estallaron desde sus primeros años. Pero pasaron las décadas y las víctimas se quedaron sin justicia, ya que el pederasta religioso murió impune en 2005, a los 88 años de edad.
Recién en 2019, los Legionarios reconocieron en su primer informe sobre los delitos de pedofilia cometidos al interior de la institución que desde 1941, 175 menores de edad fueron víctimas de abusos sexuales cometidos por 33 sacerdotes. Maciel acumulaba el mayor número de delitos, ya que involucraba a por lo menos 60 niños o adolescentes.
Desde entonces, los Legionarios publican un reporte anual en el que actualizan el estado de las denuncias y las medidas que han tomado para frenar estos delitos. En 2020, asumieron "con dolor y vergüenza las carencias y los errores" que favorecieron los abusos y la inadecuada forma en que afrontaron estos delitos, ya que, en realidad, protegieron a los victimarios en lugar de defender a las víctimas.
Las primeras denuncias contra Maciel datan de la década del 40, pero fue hasta 2020 que los Legionarios mencionaron a esas víctimas con su nombre, les pidieron perdón por el dolor que les causaron e iniciaron un programa de reparación económica y apoyo para ellos y para todos aquellos que los siguieron en los años siguientes.
En 2024, aseguraron que ya atendían todo tipo de denuncias y promovían el acercamiento de la congregación con las víctimas con las que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no se habían contactado. "Todavía queda un largo camino que recorrer en la búsqueda de la verdad, la justicia y la sanación para las víctimas. Por ello, nos comprometemos a dar continuidad al camino emprendido", señalaron en el informe 2025, que se dio a conocer en marzo pasado.
Con estos documentos, los Legionarios asumen un largo proceso de impunidad que fue avalada desde El Vaticano, ya que, hasta la llegada del papa Francisco en 2013, se ocultaron y protegieron este y todos los casos de pederastia que la Iglesia católica ha protagonizado a escala mundial.