Lima, la capital de Perú, amaneció este jueves con sus principales vías casi sin autobuses debido a una huelga del transporte público convocada en protesta por el asesinato de al menos 14 conductores en lo que va del año. La paralización generó caos en la movilidad urbana y obligó a suspender las clases presenciales de cerca de tres millones de estudiantes.
Es el quinto paro de transportistas en los últimos siete meses, en el cual exigen al gobierno de Dina Boluarte mayor protección frente a las bandas criminales que extorsionan a los conductores bajo amenazas de muerte. Los ataques suelen llevarse a cabo desde motocicletas en movimiento, frente a los pasajeros.
En los paraderos, los ciudadanos esperaban durante horas para abordar uno de los pocos autobuses operativos, mientras que los vehículos improvisados y los taxis informales aumentaban sus tarifas hasta tres veces. La Policía Nacional habilitó unidades para trasladar a los usuarios, pero resultaron insuficientes.
El martes, un chofer de 65 años resultó herido de bala cerca de un hospital militar, a plena luz del día. El incidente ocurrió en medio de un estado de emergencia con militares desplegados en las calles, lo que evidencia la escasa efectividad de las medidas de seguridad implementadas.
Los asesinatos de choferes se han vuelto cada vez más frecuentes y violentos, ocurriendo incluso en presencia de autoridades. Según cifras oficiales, los homicidios aumentaron de 674 en 2017 a 2,057 en lo que va de 2024, mientras que las extorsiones se dispararon de 5,225 a más de 22,800 en ese mismo período.
Debido al paro, el Ministerio de Educación ordenó clases virtuales para los centros públicos en Lima, y la medida fue replicada por colegios y universidades privadas. Los hospitales también anunciaron la reprogramación de citas médicas.
Martín Ojeda, dirigente del transporte, indicó que más de 20,000 de las 22,000 unidades de transporte urbano de Lima participaron en el paro.