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El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, expresó su profunda preocupación por la crisis social, espiritual y moral que atraviesa la República Dominicana, en una carta pastoral en la que exhorta a la reflexión, la empatía y el retorno a los valores cristianos.
En el documento, el prelado describe un panorama “atroz”, caracterizado por la violencia, la desesperanza y un “exceso de ruido, acústico y digital” que, según advirtió, ha sumido a la población en “soledades densas”.
Monseñor De la Cruz Baldera denunció lo que considera una contradicción de la era moderna: una sociedad hiperconectada tecnológicamente pero cada vez más aislada emocionalmente. “El bullicio constante está sofocando el anhelo fundamental del ser humano de ser escuchado”, señaló.
El obispo manifestó especial preocupación por el aumento de la violencia intrafamiliar y de género, los feminicidios, los suicidios y la desintegración familiar reflejada en el incremento de los divorcios. También alertó sobre la vulnerabilidad de niños y jóvenes, evidenciada en casos de abusos sexuales, embarazos adolescentes, conflictos escolares y aislamiento social.
Asimismo, se refirió a la situación de los migrantes indocumentados, quienes —dijo— viven en condiciones de gran precariedad y desprotección.
Como respuesta pastoral, monseñor De la Cruz Baldera anunció la creación ad experimentum del Ministerio de la Escucha y del Seguimiento Espiritual, inspirado en el Sínodo de la Sinodalidad, con el propósito de promover espacios seguros donde los fieles puedan ser escuchados y acompañados sin juicios.
El obispo llamó a sacerdotes, religiosos, laicos y profesionales de la conducta a comprometerse en esta misión de empatía y cercanía, reconociendo que la propia Iglesia ha fallado en ocasiones al no brindar la atención necesaria a quienes sufren. “La Iglesia debe pedir perdón por no haber creído en el que sufre, por la falta de paciencia al escuchar y por no brindar el acompañamiento oportuno”, expresó.
Finalmente, el prelado manifestó su esperanza de que esta iniciativa contribuya a fortalecer la comunión, la misión y la inclusión dentro de la Iglesia. “Que nadie se sienta ajeno a la tienda de Dios”, concluyó.