
La Asamblea Legislativa de Nueva York aprobó este jueves un proyecto de ley que prohibirá, a partir de 2029, los vuelos de helicópteros no esenciales que no cumplan con los estándares federales de ruido, en un esfuerzo por reducir la contaminación acústica y mejorar la seguridad aérea en la ciudad.
La medida, impulsada por la concejala Amanda Farias, tiene como objetivo retirar del espacio aéreo neoyorquino las aeronaves más antiguas y ruidosas, que además representan mayores riesgos. El proyecto recibió apoyo legislativo poco después del trágico accidente de un helicóptero turístico que cayó al río Hudson, provocando la muerte de seis personas, incluida una familia española.
“Queremos una ciudad más segura, más tranquila y más sostenible”, afirmó Farías, portavoz de la mayoría demócrata en el concejo, durante la rueda de prensa previa a la votación.
La nueva ley establece que todas las compañías que operan vuelos turísticos en los helipuertos administrados por la ciudad de Manhattan deberán contar con una certificación de ruido aprobada por la Administración Federal de Aviación (FAA), o perderán el derecho a operar. Se les concede un plazo hasta 2029 para adecuarse.
En 2023, Nueva York recibió 59,000 quejas por ruido de helicópteros, más del doble que el año anterior. Farias advirtió sobre las consecuencias del ruido en la salud pública, como el insomnio, la hipertensión y la pérdida de memoria a largo plazo.
Aunque la ciudad no tiene jurisdicción para prohibir los vuelos ni regular la altitud a la que estos sobrevuelan, sí puede legislar sobre el uso de sus helipuertos. Con esta normativa, se espera renovar la flota hacia aeronaves más silenciosas, modernas y seguras.
En la actualidad, las operaciones de helicópteros turísticos generan aproximadamente 78 millones de dólares al año para la economía local. Sin embargo, Farias destacó que la prioridad es reducir los riesgos y mejorar la calidad de vida de los neoyorquinos afectados por el tráfico aéreo constante.
El proyecto, que aún debe ser firmado por el alcalde, representa un cambio significativo en la gestión del espacio aéreo urbano y es una respuesta concreta a las crecientes preocupaciones de los ciudadanos por el ruido y la seguridad.