En Nassau, uno de los suburbios más poblados de Nueva York, se ha registrado una cascada de desaceleración comercial, específicamente en epicentros de mayoría hispana, según alertan las cámaras de comercios, las asociaciones de bares y restaurantes hispanos de Long Island.
Según señalan los colectivos comerciales, esto se debe a los anuncios de deportaciones masivas, combinado con la política de las autoridades de esa localidad de capacitar a 10 detectives de la policía para realizar arrestos en colaboración con el Servicio de Inmigración y Control de Aduana (ICE).
En contraparte, las autoridades del condado, han remarcado que su estrategia de colaboración con migración, no terminará en trabajar en conjunto en redadas masivas, sino para ubicar con “pinzas” a indocumentados que sean peligrosos para la comunidad.
En este escenario, el mexicano Paco Junior, propietario de la panadería Don Paco, en Westbury, el dominicano Cirilo Montes, dueño de un deli en Hempstead, y el ecuatoriano Diego Vintivilla, quien está al frente de un restaurante griego en East Meadow, coinciden en afirmar que más allá del bajón comercial que significa el invierno, lo que se están observando en sus cajas registradoras, son menos clientes.
La razón apunta a temor, miedo e incertidumbre de muchas familias de ser blanco de las redadas de ICE.
“Nosotros nos especializamos en hacer panes frescos, somos un comercio de tradición por muchos años y da dolor que sientas que el negocio tiende a bajar. Tenemos clientes que venían todos los días, que tienen semanas que no salen. Y cuando te los encuentras, te confiesan que les da terror que los agarren los federales”, comentó Paco Junior. “No quieren gastar, ni quieren salir”, agregó.
Asimismo, Jennifer Martínez, fundadora de la Cámara de Comercio Dominicana de Nassau, indicó a El Diario, que ante las quejas y los reportes informales, que describen un “clima” de temores por la presencia de La Migra, empezaron a ofrecer jornadas informativas en línea, para empoderar sobre sus derechos a las comunidades y sus agremiados.
“Sin dudas, hay un efecto que está derrumbando la vitalidad comercial de Long Island. Y eso afecta también la estabilidad emocional de muchos de nuestros emprendedores hispanos, que están en proceso de regularización migratoria. Nosotros seguiremos impulsando la información útil, para que nuestra comunidad tome decisiones razonadas”, consideró Martínez.
Otro gremio como el de los bares y restaurantes hispanos, también tiene mucho qué decir sobre esta merma comercial. Arelia Taveras, fundadora de la Asociación de Bares y Restaurantes Hispanos de Long Island, refiere que al igual como se registra mucho temor en ejes comerciales como la Avenida Roosevelt de Queens, esta misma tendencia está en escalada en localidades, en donde el dinamismo de ventas y consumo lo protagonizan los latinos.
“Nos referimos a pequeños comercios, como restaurantes en mano de familias hispanas, que ya vienen además enfrentando los rigores de la alta inflación. Ahora deben adaptarse a la idea, de que muchos de los clientes de la clase trabajadora tienen varios motivos para no visitar los negocios. No quieren gastar y no quieren salir. Muchos prefieren ahorrar, porque no saben si se van a tener que ir”, interpreta la dirigente gremial.
Por su parte, el ecuatoriano Diego Vintivilla, emprendedor de un negocio gastronómico en East Meadow, opina que “poco a poco”, como hay más información, las comunidades han ido perdiendo ya el miedo y están saliendo más, pero que los comerciantes deben enfrentar los altos costos de los productos para quienes venden alimentos preparados.
“Yo anteriormente compraba una caja de huevos en 60 o 70 dólares. Ahora cuesta $260. Todo aumentó casi en un 100 %, los vegetales, los aceites”, remarcó Diego.