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Michel Barnier destituido por moción de censura apoyada por la izquierda y la ultraderecha

Con 331 votos a favor, mucho más que los 288 necesarios para forzar su dimisión, el resultado devuelve al presidente Emmanuel Macron la responsabilidad de resolver el estancamiento político que enfrenta el país.

Greidy Ponciano
Greidy Ponciano
4 diciembre, 2024 - 8:31 PM
6 minutos de lectura
Michel Barnier fue destituido después de una moción de censura impulsada por la izquierda y la ultraderecha.
Moción de Censura
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Michel Barnier, quien asumió el cargo de jefe del Gobierno francés hace tres meses, fue destituido este miércoles tras una moción de censura respaldada por los bloques de la izquierda y la ultraderecha. 

Con 331 votos a favor, mucho más que los 288 necesarios para forzar su dimisión, el resultado devuelve al presidente Emmanuel Macron la responsabilidad de resolver el estancamiento político que enfrenta el país.

Barnier, quien fue elegido en septiembre debido a su experiencia como negociador del Brexit, no logró consensuar los presupuestos para el próximo año, lo que le convierte en el primer jefe de Gobierno francés en dimitir tan pronto después de la Segunda Guerra Mundial. 

A pesar de sus advertencias sobre la inestabilidad política que afecta al país, no pudo evitar la caída, especialmente después de que la ultraderechista Marine Le Pen confirmara la ruptura de las negociaciones el lunes.

El presidente Macron se dirigirá a la nación este jueves, donde se espera que dé detalles sobre sus próximos pasos para abordar la crisis política.

La izquierda, mayoritaria en la cámara con 193 escaños, que nunca fue un interlocutor para el Gobierno, presentó una moción de censura que recibió el apoyo de la extrema derecha, que cuenta con casi 140 diputados y que fue el más votado en las pasadas legislativas con 11 millones de votos.

El diputado izquierdista Éric Coquerel, que defendió la moción reprochó la ilegitimidad de Barnier en el puesto, al surgir de un grupo que apenas tuvo 47 diputados en las últimas legislativas y aseguró que su caída debe abrir la puerta a la dimisión del presidente.

Le Pen, que presentó otra moción paralela que ni siquiera fue votada puesto que triunfó la de la izquierda, consideró a Barnier "un continuador" del macronismo que ha llevado al país a una situación crítica y pidió un cambio radical de rumbo.

Sin pedir la dimisión de Macron, la líder ultraderechista sí le demandó que reflexione si "puede seguir sacrificando la suerte de los franceses por su propio orgullo y puede seguir afrontando el despecho de los ciudadanos".

Tras ellos se sucedieron en la palabra los líderes del resto de partidos. Barnier fue criticado por socialistas, comunistas y ecologistas y defendido por su familia de la derecha tradicional, centristas y el macronista Gabriel Attal, su antecesor en el cargo.

La pelota en el tejado de Macron

Pero la suerte estaba echada y el primer ministro tendrá que presentar su dimisión a Macron, que pocos minutos antes de que se conociera el resultado de la moción de censura llegaba al Elíseo tras una visita de Estado a Arabia Saudí de tres días de duración.

El presidente vuelve a afrontar una situación compleja, como en julio pasado, cuando tras adelantar las elecciones descubrió una Asamblea dividida en tres bloques irreconciliables que complican la gobernabilidad del país y sin posibilidad de celebrar nuevas elecciones en un año por mandato constitucional.

Entonces, Macron pospuso la decisión al término de los Juegos Olímpicos de París, dejófrancéds a Attal durante dos meses en funciones, y descubrió la dificultad de encontrar un primer ministro de consenso.

Creyó haberlo encontrado en la figura de Barnier, pero la realidad le ha quitado la razón.

En los próximos días deberá encontrar una figura capaz de sacar al país del bloqueo y adoptar unos nuevos presupuestos para el año próximo, en un momento en el que su economía se tambalea y la prima de riesgo francesa se codea con la de Grecia.

La Constitución no establece un plazo para el nombramiento de un nuevo Ejecutivo, mientras el actual puede afrontar en funciones los asuntos corrientes.

El presidente francés tiene una agenda cargada este fin de semana, en el que recibe a varios jefes de Estado y al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para la reapertura de la catedral de Notre Dame, cinco años y medio después del incendio que sufrió en 2019.

El país entra en un periodo de incertidumbre ante una situación que nunca había vivido.

Solo una vez había triunfado una moción de censura, en 1962 contra Georges Pompidou, pero entonces se disolvió la Asamblea Nacional, el general De Gaulle obtuvo una victoria aplastante y volvió a nombrar a su fiel escudero al frente del Ejecutivo.

Ahora, Macron tiene las manos atadas y no parece contar con herramientas claras para superar la crisis política.

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