
La pregunta que muchos nos hacemos, es: ¿Era necesaria esta nota doctrinal? Si bien dicho documento ha de tomarse en cuenta, por venir de dicho Dicasterio, no menos cierto es que más que clarificar, ha confundido, precisamente a los más pequeños y humildes.
¿Acaso, el pueblo sencillo y fiel no distinguía ya el grado y nivel de centralidad de Jesucristo como Único Salvador y Redentor y a la Virgen María como su Madre, camino que lleva a Jesús?
A veces hacemos al mismo pueblo fiel, gran depositario del Sensus Fidelium, poco menos que una manada de ignorantes.
Tener que escuchar preguntas, como:
1.-¿Padre, entonces la Virgen ya no nada?
2.- O esta otra: ¿Entonces el Ave María podría dejar de hacerse en las actividades de la Iglesia?
3.-¿Es verdad que ya a la Virgen María le quitaron los poderes?
4.-¡Dame tu opinión al respecto, porque ahora me confunde!
Estas inquietudes venidas de 4 personas, dejan de inmediato entrever que el documento ha causado un enorme desasosiego y confusión en ese pueblo fiel.
Para casi comenzando, decir que 'el documento no quiere agotar la reflexión ni ser exhaustivo' [cf. MPF 3] y luego agregar que no es que no se puedan usar dichos títulos, [sobre todo corredentora y mediadora], sino, más bien, que se recomienda no hacerlo porque puede causar confusión. Porque además, los mismos implican demasiadas explicaciones, como el mismo documento.
Mas, sin embargo, reconoce el mismo documento, "…que hubo una forma de real mediación de María"… y que "…también en las bodas de Caná María cumple una función mediadora". Pero el documento sigue insistiendo y aconseja que no se utilicen los ‘títulos’ corredentora y mediadora porque pueden confundir.
Porque si la preocupación es que no quede difuminada la primacía de Cristo como Único Mediador y Redentor, era más sencillo y prudente, que ante las supuestas peticiones de 'grupos de reflexión mariana', 'que incluso piden dogmas marianos', se les respondiera con la cita que hace el documento, del voto negativo de Joseph Cardenal Ratzinger [Prefecto entonces de la Congregación para la Doctrina de la Fe] en 1996: "El significado preciso de los títulos no es claro y la doctrina en ellos contenida no está madura"…
Pero no, se prefirió responder a "algunos grupos de reflexión mariana" "…que no presentan las mismas características de la devoción popular"… [estos sí que serían verdaderos y legítimos depositarios del sensusfidelium -nota mía-] dando así riendas sueltas a las ojerizas y rebatiñas de grupos ideologizados en el seno de la Iglesia, dentro de los que yo incluyo al mismo Cardenal Fernández.
Por otra parte, no pasa desapercibida la intención del documento, cuando en la misma presentación que hace el Cardenal Fernández, en forma de oxímoron, que dice [refiriéndose al esfuerzo reflexivo del texto]: "Esto implica una profunda fidelidad a la identidad católica y, al mismo tiempo, un particular esfuerzo ecuménico".
Es decir, que para contentar a los de fuera, confunde y escandaliza a los de dentro. Y no precisamente a esos "grupos de reflexión mariana" que crean nuevas devociones, sino a ese 'pueblo piadoso y fiel de Dios que encuentra en María refugio, fortaleza, ternura y esperanza’…[cf].
Tampoco pasa desapercibido que en dicha presentación el Cardenal Fernández se refiera a la Virgen Madre solo con el nombre de María. Sólo faltaría que este silencio [para mí claramente consciente] también enfila contra el título dogmático de “la Virginidad Perpetua”.
Si a todo esto le agregamos el mal precedente de poca transparencia en la supuesta consulta general a los Obispos de todo el mundo que dio a luz al confuso documento "Fiducia Supplicans", es para concluir con grandes ayes de lamentos.
Ahora sí que el avispero está armado y las explicaciones, por muchas que sean, dejarán un largo dolor y confusión en las mentes y los corazones de los más sencillos.
La cuenta está en dos strike y cero bolas para el Cardenal Tucho Fernández y lleva de dos cero en el juego.