Los tres tipos de grasa corporal y su influencia en la salud: blanca, marrón y beige

El tejido adiposo marrón y beige ayudan a regular la temperatura y el metabolismo. Potenciar su actividad mediante frío, ejercicio y una dieta saludable puede mejorar la respuesta metabólica y prevenir enfermedades.

La grasa del cuerpo humano es mucho más que un simple depósito energético. Se trata de un sistema complejo y diverso que incluye tres tipos principales de tejido adiposo —blanco, marrón y beige—, cada uno con funciones específicas que influyen en el metabolismo, la termorregulación y el estado general de salud.

Su equilibrio depende de factores como la alimentación, la actividad física, el descanso y la exposición al entorno, explica la Cleveland Clinic.

1. Grasa blanca: el almacén energético y regulador hormonal

La grasa blanca constituye la mayor parte del tejido adiposo del organismo. Su labor principal es acumular energía y proteger los órganos internos mediante aislamiento térmico. Pero también actúa como un órgano endocrino, ya que produce hormonas y moléculas inflamatorias que intervienen en el control del apetito, la sensibilidad a la insulina y la respuesta inmunológica.

Cuando se acumula en exceso —sobre todo alrededor del hígado, el páncreas y otros órganos— aumenta el riesgo de obesidad y de inflamación crónica.

La grasa subcutánea es menos perjudicial, pero la visceral eleva significativamente el riesgo cardiometabólico. Según Cleveland Clinic, este tejido “almacena energía en varias zonas del cuerpo y aísla los órganos”, aunque su exceso incrementa de manera notable las probabilidades de desarrollar obesidad.

2. Grasa marrón: calor, gasto calórico y control metabólico

Menos abundante pero crucial, el tejido adiposo marrón es el principal responsable de la termogénesis, un proceso mediante el cual se queman calorías para producir calor. Se activa especialmente en ambientes fríos, incluso antes de que el cuerpo empiece a tiritar.

Además, la grasa marrón ayuda a regular los niveles de glucosa, la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de las grasas. De acuerdo con la Cleveland Clinic, este tipo de tejido “mantiene la temperatura corporal, favorece la quema de calorías y contribuye al control del azúcar en sangre”.

3. Grasa beige: el comodín metabólico

La grasa beige aparece cuando ciertas células blancas se transforman en células con funciones similares a la grasa marrón, un proceso que suele activarse con la exposición al frío y el ejercicio. Este fenómeno, conocido como browning, aumenta el gasto energético y mejora la capacidad del organismo para regular su temperatura interna.

La Cleveland Clinic define este tejido como “una combinación de células de grasa blanca y marrón” con la capacidad de activarse bajo estímulos específicos. Aunque su presencia en adultos es limitada, se ha convertido en un foco clave de investigación para tratar trastornos metabólicos.

¿Por qué existen los tres tipos? Una mirada evolutiva

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Fuente Externa

La coexistencia de grasa blanca, marrón y beige responde a necesidades de supervivencia:

Con la vida moderna —ambientes controlados, sedentarismo y abundancia de alimentos— la activación de estos mecanismos es cada vez menor.

En los recién nacidos, la grasa marrón puede representar entre el 2% y el 5% del peso corporal. En la adultez, se limita a zonas como el cuello, los riñones o el mediastino. Las personas más delgadas y activas suelen tener mayor cantidad de tejido marrón funcional.

Enfermedades como la anorexia nerviosa, lipodistrofias o alteraciones hormonales pueden modificar la cantidad y función de estas grasas. A ello se suman factores como la edad, la inactividad física y las dietas ricas en ultraprocesados, que reducen la actividad de los tejidos marrón y beige.

Cómo activar la grasa “buena” y mantener el equilibrio metabólico

Según Cleveland Clinic, hay estrategias cotidianas que ayudan a potenciar la actividad del tejido adiposo más metabólicamente beneficioso:

Aunque la cantidad de grasa marrón en adultos es pequeña, puede mejorar la respuesta metabólica. Sin embargo, el equilibrio global depende de la interacción entre los tres tipos de tejido adiposo.

Un sistema complejo que define la salud metabólica

En conclusion. el tejido adiposo no es un enemigo, sino un sistema finamente regulado que permite al organismo adaptarse al entorno, mantener la temperatura interna y gestionar la energía. La combinación adecuada de grasa blanca, marrón y beige —y la activación de sus funciones— es clave para prevenir enfermedades metabólicas y reducir riesgos relacionados con la obesidad.

Fuente: Infobae