Al menos diez personas perdieron la vida y una permanece desaparecida tras deslizamientos de tierra ocasionados por intensas lluvias en el estado de Minas Gerais, al sureste de Brasil, según el informe más reciente proporcionado este domingo por los bomberos.
El mayor impacto se registró en la ciudad de Ipatinga, con una población de 227,000 habitantes, donde se reportaron nueve fallecimientos tras la caída de 80 milímetros de lluvia en tan solo una hora, entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, según las autoridades locales.
Entre las víctimas se encuentra un niño de ocho años, cuyo cuerpo fue encontrado entre los escombros de una vivienda destruida por un deslizamiento, informó el cuerpo de bomberos. Las autoridades mantienen la búsqueda de personas desaparecidas y trabajan para atender las necesidades de los damnificados.
Dramáticas imágenes enviadas por los bomberos muestran grandes extensiones de lodo entre escombros en Ipatinga.
Otro deslizamiento de tierra arrasó todo a su paso por una calle en la ladera de una colina en el barrio de Bethania. En las imágenes aéreas de la AFP, los escombros de las casas emergen de una enorme mancha marrón.
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Una persona continúa desaparecida en la zona, mientras que los cadáveres de cuatro miembros de su familia fueron rescatados del barro.
También se encontró un cuerpo en la cercana localidad de Santana do Paraiso.
El gobernador de Minas Gerais, Romeu Zema, envió en las redes sociales un mensaje de "solidaridad con las víctimas", poniendo a disposición del municipio "la estructura" del gobierno estatal "para reforzar el rescate y garantizar la asistencia a las personas afectadas".
Brasil fue duramente afectado por fenómenos meteorológicos extremos el año pasado, con terribles inundaciones en el sur del país que mataron a más de 180 personas en abril y mayo y causaron enormes daños materiales.
También en 2024, el país más grande de América Latina vivió una sequía histórica vinculada al calentamiento global, según expertos y el gobierno.
Esta sequía ha favorecido la propagación de incendios devastadores, especialmente en la Amazonia, con más de 140,000 focos registrados el año pasado, la cifra más alta en 17 años.