
La presencia del presidente estadounidense, Donald Trump, en la final masculina del Abierto de Estados Unidos provocó retrasos en el acceso al estadio Arthur Ashe, largas filas de seguridad y numerosos asientos vacíos durante los primeros compases del partido entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz.
El encuentro, previsto para iniciar a las 2:00 p. m., comenzó media hora más tarde de lo programado debido a las medidas adicionales de seguridad implementadas por el Servicio Secreto. A las 1:45 p. m., cuando Trump ingresó al recinto para saludar a la multitud, el estadio apenas tenía un 10 % de ocupación.
Trump se ubicó en el palco Rolex junto a su jefa de gabinete, Susie Wiles; la fiscal general Pam Bondi; el secretario del Tesoro, Scott Bessent; la secretaria de prensa, Karoline Leavitt; el enviado especial Steve Witkoff; su yerno Jared Kushner y su nieta Arabella Kushner.

Muchos aficionados expresaron frustración al perderse parte de la final. Leah Gomberg, de 57 años, relató a NBC News que esperó más de cuatro horas entre tráfico y controles de seguridad, con 30 escáneres similares a los de aeropuertos.
“Ya se había completado un set cuando entré. Todos pagamos mucho dinero por los asientos y no pudimos ver el inicio”, comentó, señalando que “el estadio estaba medio vacío, aunque lleno de celebridades”.
Otros asistentes, como Princess Doe, viajaron desde el extranjero y lamentaron la experiencia: “Gasté 635 dólares por un boleto. Era una oportunidad única, pero ha sido decepcionante”.
Los fanáticos esperaban de pie en largas filas mientras seguían la transmisión en pantallas gigantes. Aunque había conciencia de que la llegada de Trump implicaba controles reforzados, muchos consideraron excesivo el nivel de seguridad aplicado en el recinto.