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León XIV y sus dos abuelos

Pablo McKinney
Pablo McKinney
20 mayo, 2025 - 3:22 PM
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Vaticano
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Lo mulato, lo mestizo es lo que hemos tenido siempre en el mundo, acelerado por un neoliberalismo que, en su arrogancia años ochenta, creyó que era posible globalizar los bienes y encerrar al hombre en sus fronteras.

De mestizaje, de fusión de razas, ritmos y religiones deberíamos saber nosotros, como sabe Estados Unidos donde, salvo los indios Cherokee, todos somos/fuimos extranjeros.

Del éxito del mestizaje ha sabido la iglesia católica, que en un momento de suprema lucidez (que solo puede explicar la bendita ternura de la María Magdalena que hizo sentir hombre al hijo de un Dios ha elegido a un papa mulato de sangre hispano/francesa y africana.

Este gran paso de los católicos debería ser asumido por nosotros los dominicanos, tan empecinados en ocultar nuestra herencia negra, a quien debemos agradecer nuestra vocación para la alegría, ¡ay!, la cadencia de unas caderas, y esa resiliencia que nos permite hacer luz de nuestras sombras, algo que tanto nos admiran nuestros pueblos hermanos de la América morena o Europa.

Lleno de orgullo, casi feliz y agradecido, el sumo pontífice, don León XIV, puede disfrutar aquella “Balada de los dos abuelos”, de Nicolás Guillén: “Sombras que solo yo veo/, me escoltan mis dos abuelos/, tambor de cuero y madera/, mi abuelo negro/, gris armadura guerrera/, mi abuelo blanco”.

Que la iglesia católica haya decidido elegir como sumo pontífice a un mulatico claro de ancestros africanos e hispano/franceses pasados por New Orleans y la isla de Quisqueya o Haití, (que adora los tostones con salami y el café Santo Domingo), es la mejor señal que ella pudo enviar a unos dominicanos tan negados siempre a reconocer al abuelo Lemba, y venerar con exceso al mulato abuelo andaluz o extremeño que fue árabe por ocho siglos.

Lo mejor de nosotros es -precisamente- de lo que más nos avergonzamos. De la fusión de ritmos se ha transformado para bien la música, de este mestizaje se ha transformado el hombre. Solo un ejemplo: los dos abuelos son los responsables de la creación de las mulatas, !ay! cuyo invención por amor, fusión o mestizaje, solo puede ser comparada con lo que para la humanidad representó la invención de la imprenta, la máquina de vapor o el encuentro entre dos mundo que transformó la humanidad y decretó el fin de una Edad Media, que en el patio nacional -racialmente- muchos se niegan a enterrar. 

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