¿En qué coinciden todas las encuestas a la hora de medir en nivel de confianza que inspiran los partidos políticos entre los ciudadanos? En su disminución constante. Latino barómetro, por ejemplo.
En el patio nacional, el aumento de la abstención electoral o el hecho de que en 2024 el partido de inspiración trujillista haya superado el umbral del 1% de los votos superando a PRD y el PRSC juntos, a todos los partidos de supuesta izquierda reunidos, retrata la magnitud del problema.
En Occidente, la derechonafascistoideha sido capaz de convencer al ciudadano pobre de que los culpables de sus desgracias no son las élites sino el otro más pobre que él (migrante, mujeres, negro, LGBT), pero nuestra partidocracia reinante ni se entera.
El caso más lamentable es el de un PLD tan atrapado en sus sombras, que no es capaz siquiera de salir a defender sus luces, y en vez de apostar al futuro se enquista en el pasado, y al pasado apuestan sus precandidatos. El caso de Abel Martínez es de antología. Su candidatura redujo el porcentaje de votos obtenidos por su partido en 2020 a menos de una tercera parte en 2024, pero casi feliz y distraído anunció ya sus aspiraciones.
Es la Edad de Media de nuestra partidocracia que no se ha enterado que también en la política el futuro fue ayer.
En el PRM, aunque el poder unifica, hay un activismo por la candidatura presidencialcomo si estuviéramos en marzo del 2027; con la agravante de que, por herencia perredeísta, en el PRM las campañas a favor de un precandidato se hacendescalificando al adversario. David Collado sabe de eso, y pronto lo sabrán los demás.
En el caso de Fuerza del Pueblo (que por algo no se hace llamar Partido) no tienen mayores problemas con su candidato presidencial que solo puede ser uno, pero, ahíto de lo bien que les está yendo en su guerra contra el PLD se ha inventado mayúsculo pleito por la secretaría general, en una demostración de que mientras mas se acerca un partido “a discreta esperanza de una posible” victoria electoral, más virulenta, sucia y mezquina será la lucha interna, al punto de que más de uno se ha atrevido a intentar crear cizaña entre padre e hijo…. pensando en la candidatura de 2032 que tiene nombre. Joder ¡Cuánto dura la Edad Media de nuestra partidocracia!