
El coordinador del programa El Sol de la Tarde, José Laluz, reflexionó este viernes sobre los orígenes del estrés crónico en la sociedad actual, señalando que gran parte de los problemas de ansiedad y depresión están vinculados al estilo de vida moderno y a la llamada “sociedad del placer”.
“La sociedad del placer, la que nosotros tenemos ahora desde el 90 para acá, ha generado un estado permanente de alerta en el ser humano, distinto al que experimentaban las generaciones anteriores”, expresó el analista.
Laluz, afirmó que poblaciones que aún luchan por la supervivencia, como en Gaza o Haití, no tienen tiempo para experimentar depresión, ya que sus energías están destinadas a resolver necesidades inmediatas.
Laluz explicó que, en épocas pasadas, las hormonas de la supervivencia —como el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina— cumplían un rol específico y temporal para reaccionar ante amenazas reales, como depredadores o conflictos armados.
Hoy, sin embargo, la ausencia de guerras prolongadas en países como Inglaterra, España o Estados Unidos ha dado paso a una activación constante de estas hormonas, provocando que el cortisol se mantenga elevado y genere estrés crónico.
El comentarista citó el caso de Londres, ciudad que no ha enfrentado un conflicto bélico desde 1945, para explicar cómo la paz sostenida cambia la manera en que las personas procesan la ansiedad.
“En sociedades en paz, las hormonas se activan de manera distinta y mantienen al organismo en un estado de estrés permanente”,
El analista consideró que República Dominicana ha transitado desde los conflictos sociales de 1984 hacia un entorno más estable, lo que ha favorecido la aparición de estos fenómenos emocionales.
Planteó que estas condiciones deben ser vistas como el resultado de una transformación social profunda, donde las prioridades de subsistencia han sido reemplazadas por la búsqueda constante de placer y comodidad.
Finalmente, La Luz llamó a comprender el estrés y la depresión como fenómenos asociados a la evolución de la sociedad y no únicamente como problemas individuales, lo que implica asumirlos con políticas públicas que integren la salud mental dentro de la agenda nacional.