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La Audiencia Nacional comenzó este lunes el juicio contra el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, acusado de delitos de agresión sexual y coacciones hacia Jenni Hermoso en relación al beso que le dio tras la final del Mundial de 2023, el cual ella asegura no consintió.
Rubiales, que enfrenta una petición de dos años y medio de prisión, llegó en taxi a la sede judicial con más de cuarenta y cinco minutos de antelación, acompañado de su abogada, Olga Tubau.
Poco después, Jenni Hermoso arribó, recién llegada de México, donde juega para el CF Pachuca. La futbolista, quien debe declarar este mismo lunes como testigo, coincidió brevemente con Rubiales en el vestíbulo de la Audiencia Nacional antes de ser llevada a una sala donde esperará su turno para declarar.
El exdirector deportivo de la selección masculina, Albert Luque, y el exentrenador de la selección femenina, Jorge Vilda, llegaron juntos en el mismo vehículo poco después. Vilda declaró a los medios que defenderá su inocencia.
Al ser preguntado si hubo coacciones hacia Jenni Hermoso para que justificara el beso de Rubiales, Vilda respondió: «Eso lo decidirá el juez».
El último en llegar fue Rubén Rivera, exresponsable de Marketing de la RFEF, quien, al igual que los otros dos, está acusado de coacción hacia la jugadora y su familia.
Decenas de medios de comunicación aguardaron la llegada de los acusados a la sede madrileña del tribunal en San Fernando de Henares, donde se llevará a cabo un juicio con gran expectación mediática: alrededor de un centenar de profesionales de aproximadamente 70 medios y productoras están acreditados, quince de ellos internacionales.
Los hechos ocurrieron el 20 de agosto de 2023, en el Estadio de Nueva Gales del Sur (Australia). Tras la victoria de la selección femenina en el Mundial, mientras Jenni Hermoso recibía el saludo protocolario y las felicitaciones del entonces presidente de la Federación, este le besó en los labios sin su consentimiento, según subraya la Fiscalía en su escrito de conclusiones.
La Fiscalía resalta que la conducta de Rubiales fue «sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación» por parte de la jugadora, y hace hincapié en la «situación de hostigamiento» a la que se la sometió después para que «justificara y aprobara» el beso.
Además, responsabiliza a los otros tres acusados, «personas de confianza» de Rubiales, cuya «privilegiada situación en la RFEF» dependía de la «suerte» que éste tuviera, y les acusa de presionar también a familiares de la jugadora para que la convencieran de que afirmara que el beso fue consensuado.