
Un sorprendente hallazgo paleontológico salió a la luz en Brasil tras descubrirse que un bloque de vómito fosilizado —almacenado por años en el Museo Câmara Cascudo, en Río Grande del Norte— contenía restos de una especie de pterosaurio nunca antes identificada.
Se trata de Bakiribu waridza, un reptil volador que habitó el noreste brasileño hace unos 110 millones de años, en pleno Cretácico temprano.

El nombre de la nueva especie proviene del idioma indígena Kariri: “Bakiribú” significa “peine”, aludiendo a su dentadura fina y muy junta; mientras que “waridzá” quiere decir “boca”. Los investigadores quisieron así resaltar su peculiar anatomía y homenajear a los pueblos originarios de la región.
Durante años el fósil fue considerado solo una “concreción con peces”, hasta que un análisis detallado cambió completamente la interpretación. La paleontóloga Aline Marcele Ghilardi, quien lideró el estudio, explicó a Infobae que lo sorprendente fue descubrir estructuras que no correspondían a peces, sino a un tipo de pterosaurio muy raro y jamás registrado en Brasil.

El material procede de la Formación Romualdo, en la Cuenca de Araripe, uno de los yacimientos más importantes del mundo para el Cretácico. Hasta ahora no había evidencia de pterosaurios filtradores en esa zona.
Los pterosaurios filtradores utilizaban dientes finos y apretados, semejantes a un peine, para separar el alimento del agua. Aunque se conocen especies de este tipo en Europa, Asia y Sudamérica, nunca se habían encontrado en Araripe, lo que convierte a Bakiribu waridza en una pieza clave para comprender la fauna de ambientes acuáticos tropicales del Cretácico.

El estudio confirma que esta especie era un pariente cercano de Pterodaustro, un conocido filtrador sudamericano.
Los restos hallados formaban parte de una regurgitalita, es decir, el vómito fosilizado de un depredador. Los huesos estaban fracturados y sin tejidos blandos, una señal típica del procesamiento digestivo previo.

Aunque no se puede identificar con exactitud al cazador, los científicos apuntan a dinosaurios espinosáuridos o a grandes pterosaurios ornitoqueiroides, ambos presentes en la zona y adaptados a comer peces.
El hallazgo demuestra que colecciones antiguas pueden esconder fósiles inéditos. Por eso, el equipo recomienda revisar materiales almacenados durante décadas en instituciones científicas, especialmente en regiones tan ricas como la Cuenca de Araripe, considerada una ventana privilegiada para entender la biodiversidad del Cretácico temprano.

Fuente: Infobae.