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El exjefe de la Policía y de la Fuerza del Pueblo, Rafael Guillermo Guzmán Fermín, afirmó en A Diario que el problema policial no se resuelve con la reforma que hace el presidente Luis Abinader ni como cree en dos años porque es un proceso.
Subrayó que no es fácil cambiar tan rápido una institución con la policía con más de 45 mil miembros.
Planteó que un cambio cultural es fundamental para la reforma policial.
"Las reformas en una institución compleja como la Policía Nacional no se logran solo con cambios de uniforme o estructura, sino que requieren un cambio cultural profundo que puede llevar años", expuso.
Agregó que la transformación puede ser de 10, 15 o 20 años.
Rafael Guillermo Guzmán Fermín sostuvo que el proceso enfrenta retos debido a la diversidad de estatus sociales, educación y antecedentes culturales de los miembros de la policía, lo que hace que sea necesario un enfoque gradual y sostenido en el tiempo.
Consideró que, aunque se han mejorado aspectos como salarios y condiciones de trabajo, la verdadera transformación de la policía es un objetivo a largo plazo.
"No es culpa exclusiva de la policía, el poder político no deja que funcione el plan de reforma", indicó.
Señaló que las reformas en el cuerpo policial han sido numerosas a lo largo de la historia y, a menudo, han fracasado antes de su implementación total. Esto se debe, en gran medida, a la falta de continuidad en los planes de reforma por parte de los diferentes gobiernos.
Entiende que existen avances en la mejora de condiciones laborales y la reducción de mafias históricas dentro de la policía, pero cambiar la cultura organizacional requiere tiempo, ya que estos problemas son generacionales.
Destacó que la clave para el éxito de una reforma en la policía radica en dar continuidad a los planes de reforma y no abandonarlos al cambiar de gobierno.
"El arquitecto es el que diseña, pero el ingeniero es quien construye", apuntó.
Expresó que la relación entre el Ministerio del Interior y la Dirección General de la Policía es fundamental para el éxito en la seguridad pública. "El Ministerio es responsable de diseñar los planes y programas, mientras que la Policía los ejecuta", añadió.
Acotó que si no se cuenta con un diseño estratégico claro desde el Ministerio, es difícil que la policía pueda llevar a cabo una tarea efectiva en la seguridad pública.
Destacó que históricamente los jefes de la policía han tenido mayor cercanía con el poder político, lo que a veces ha dificultado la gestión del ministerio.
"Las acciones legales de la policía no son planificadas", expuso.
Dijo que los "intercambios de disparos" que suelen ocurrir cuando la policía se siente amenazada no son eventos previamente planeados, sino respuestas en defensa propia o de terceros.
Sostuvo que el deber constitucional de la policía es proteger a los ciudadanos de la violencia. Sin embargo, cree que los incidentes de excesos en el uso de la fuerza son analizados y, en muchos casos, se toman acciones legales contra los responsables.
Remató que la transparencia y rendición de cuentas en estos eventos es crucial, pero la percepción pública a menudo involucra la creencia de que existe una colusión entre la policía y los delincuentes.