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Uno tiene años advirtiéndolo. Somos un país aplazado en sus urgencias, tan “arrabalizado” institucionalmente, que las leyes- con honrosas y tributarias excepciones- solo existen para violarlas o, por efectos del lobismo, conducirlas al laberinto jurídico de su nula aplicación práctica.
Un ejemplo de esto es La Ley General de Gestión de Residuos Sólidos creada en octubre de 2020 pero delegada para 2025. Solo que, cumplido el plazo, y llegada la hora cero, los señores de la industria del plástico y el foam lograron una “revisión de la norma”, para ahora pedir que, de dicha ley se elimine lo que refiere a la eliminación del plástico de un solo uso y el foam.
Así estaban las cosas cuando este junio un grupo de jóvenes apoyados por la Unión Europea y Parley, (una ONG global dedicada a la protección de los océanos) presentó la campaña “Dale Banda al Foam”, que busca crear conciencia para lograr que nuestras playas, ríos y comunidades estén libres de contaminación por foam.
Durante 2 años los jóvenes recorrieron medio país para confirmar que el 55 por ciento de la basura de los ríos Ozama e Isabela está compuesta por foam, y averiguar que en nuestras playas y ríos se producen anualmente unas 49 mil toneladas de residuos de ese foam que tarda entre 500 y 1,000 años en descomponerse,contamina y afecta los suelos, la fauna marina, terrestre y aviar,y genera más basura que algunas redes sociales. ¡Y eso es mucho decir!
Ante la campaña de los jóvenes, la reacción de los señores de la industria del plástico y del foamha sido denunciar “el uso el uso de inteligencia artificial (IA), específicamente herramientas como ChatGPT, para la elaboración del documento”. ¿?
En su defensa, los señores advierten que su sector genera miles de empleos y vende millones pesos. Sólo que, si por cantidad de empleos y dinero generados vamos a medir estos asuntos, y no por las consecuencias medioambientales y de salud de tales prácticas, entonces, empresarios, gobiernos y sociedad civil deberíamos dedicarnos en masa a promover -en barrios carenciados o polígonos excesivos-un narcotráfico y una prostitución que, como se sabe, generan más riquezas y empleos que toda la industria del plástico y el foam del país. Al fin, ¡qué sería de nuestros barrios carenciados sin puntos de drogas, sin barberías cerveceras, sin sus colmadones ruidosos con sus “avecillas trashumantes, peregrinas sin amor”.