
El exdirector del Departamento de Prevención de Fraude de la Embajada de Estados Unidos en República Dominicana, Publio Peláez, explicó en El Sol de la Tarde que el proceso de evaluación de solicitudes de visa cambió de forma radical tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, dejando atrás la dependencia en documentos físicos para priorizar la verificación de la información declarada por el solicitante.
Peláez recordó que años atrás los oficiales consulares tomaban decisiones principalmente basadas en documentos como títulos de propiedad, matrículas de vehículos y estados de cuenta.
Dijo que “el número de falsificadores de documentos aumentó”, lo que obligó a modificar el enfoque.
El exfuncionario señaló que, debido al fraude, surgieron numerosos “buscones” que preparaban expedientes falsificados para los solicitantes.
Peláez explicó que después del ataque a las Torres Gemelas en 2001, las agencias estadounidenses de inteligencia —FBI, DEA y CIA— integraron sus bases de datos, lo que llevó a otorgar mayor importancia a la información ofrecida por cada persona en el formulario DS-160.
Tras el atentado, se dejó de depender principalmente de documentos físicos y se pasó a validar la veracidad de los datos declarados por el solicitante.
Peláez explicó que el área que dirigió pasó de ser un departamento enfocando solo en sancionar fraudes detectados, a uno preventivo, con el objetivo de evitar que los casos llegaran a ventanilla.
Aseguró que el oficial consular otorga el “beneficio de la duda” al contenido del formulario y que el sistema se fortaleció con la integración de fotografía y huellas dactilares como parte del proceso de seguridad.