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El “Sistema” contra la democracia

Pasaron cuatro décadas y tres viernes, y he aquí que, hoy, el narcotraficante y el "lavador" de activos son actores indispensables para ganar elecciones en cualquier nivel.

Pablo McKinney
Pablo McKinney
10 noviembre, 2025 - 8:45 AM
4 minutos de lectura

Desde que en los años ochenta el país fue escogido por los narcos como ruta estratégica para transportar drogas hacia Estados Unidos y Europa, los beneficiarios del oficio, buscando marcar su territorio y asegurando impunidad, comenzaron a aportar, directa o indirectamente, grandes sumas de dinero a los partidos en las campañas electorales.

Pasaron cuatro décadas y tres viernes, y he aquí que, hoy, el narcotraficante y el “lavador” de activos son actores indispensables para ganar elecciones en cualquier nivel.

En este tiempo, se perfeccionaron los modos en que narcos y lavadores brindan ese apoyo, al punto de que en las últimas décadas, el gran narco distrital, provincial o regional, ahíto de “atajar para que otro enlace”, y viendo el ambiente de impunidad que en el país se respira, se haya decidido a dar el paso a la política directa, es decir, ser él mismo el candidato.

Los ejemplos sobran, y cada partido los tiene contra el otro, pregúntenles. No nos hagamos los lerdos o pendejos: No existe un solo político electo, -cuya fortuna provenga del narcotráfico/lavado-, que antes de ser candidato no fuera reconocido como tal en su provincia, municipio o barrio. La prosperidad, como el amor, muy mal se disimulan. 

Entre malos políticos y narcos inteligentes se han montado un sistema de financiación de los partidos, “El Sistema”, que ha encarecido el costo de las campañas electorales, convirtiendo el dinero en el factor determinante para la victoria.

En estos días, andan los PRM y los PLD, en verde y en morado, contándose cada uno sus narcos desnudados, sus lavadores mano suelta, mientras la sociedad ve cómo el éxito y la impunidad coronan las malas prácticas de más de uno que ha culminado su carrera de narco o lavador en un Concejo edilicio o el Congreso. Los tres partidos nos están convenciendo de que el otro está lleno de ex narcos o lavadores bendecidos. Ellos se denuncian, la sociedad les cree, y la democracia palidece.

Por eso aumenta la abstención, y cada día más ciudadanos están dispuestos a cambiar democracia y libertad, por orden y seguridad, que en la jerga de los autoritarios fascistoides sin saberlo, quiere decir, “mano dura”, más “intercambios de disparos”, violación de derechos fundamentales, y la instalación del odio contra las minorías, (inmigrantes, negros, pobres), como política de Estado. El “Sistema” se perfecciona, mientras la democracia palidece. Ya amanecerá algún día.

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