Pablo McKinney
A la caza de una madre parturienta y sangrante
En las leyes de la física, quien tiene una palanca y un apoyo puede mover al mundo. En la política, quien identifica a un “culpable” que le sirva de apoyo para explicar o justificar todos los males de una sociedad, puede ganar las próximas elecciones.
En busca de ese “culpable” andaba la oposición, cuando el gobierno decidió recuperar el relato político regresando el país a la Alemania de 1933, y ya me explico: El Tratado de Versalles estableció que Alemania había sido la responsable de la Primera Guerra Mundial, por lo que le fueron impuestas graves medidas como el desarme obligatorio, el pago de indemnizaciones, y la pérdida de territorios.
El éxito de Hitler fue el resultado de haber convencido al pueblo alemán de que era el judío, -y no los países que le vencieron ni los errores de sus élites- los responsables de de su pobreza y de tantas humillaciones. Había que salvar a Alemania de la “escoria judía”, y para lograrlo todo valía, incluso el holocausto. Hagan memoria o vean Netflix.
Como Alemania 1933, aquí una masa variopinta que incluye a patriotas sinceros, ciudadanos preocupados, simuladores patrioteros, tontos útiles, mulatos acomplejados e insultosos testaferros del oprobio, están convenciendo al resto de los dominicanos de que sus problemas no tienen que ver con una élite insaciable o una clase política que no se atreve a gobernar para seguir gobernando, sino con unos negros, pobres y famélicos ciudadanos haitianos que los empleadores necesitan… pero ilegales, sin derechos, sin pago de impuestos, y encerrados en sus guetos de pobreza.
Es por todo lo anterior, que el PFP y el PLD no pueden -en los hechos- colaborar con nuestras autoridades en hallar salidas al tema haitiano. Y no pueden hacerlo, porque tienen ante sí, la tarea de reformular su discurso y ver de qué forma superan las propuestas de un gobierno que ha decidido recuperar el relato saliendo hacia hospitales a “La caza”, pero no del “Octubre Rojo”, (la película), ni a la captura de aquel noviembre morado de Leonel en 2012, sino a la persecución de una madre embarazada, parturienta, pobre, negra y sangrante, que se acerca a un hospital en labor de parto.
La decisión del gobierno en su afán por recuperar el relato casi perdido de lo haitiano es legal. Solo que, a veces lo legal puede no ser legítimo ni moral ni cristiano.