
Por primera vez, Estados Unidos realizó el primer vuelo de un avión hipersónico propulsado por hidrógeno verde. El modelo, llamado DART AE, fue desarrollado por la compañía australiana Hypersonix Launch Systems en colaboración con la NASA, la Unidad de Innovación de Defensa de EE. UU. y la empresa Kratos Defense, con el objetivo de demostrar que la propulsión limpia puede alcanzar velocidades extremas sin comprometer el rendimiento.
El mundo del automovilismo está experimentando una revolución con la introducción de vehículos impulsados por hidrógeno. Estos automóviles no solo prometen reducir las emisiones de carbono, sino que también ofrecen un rendimiento excepcional. La tecnología detrás de estos vehículos es impresionante y está siendo desarrollada por algunas de las empresas más innovadoras del sector.
Uno de los principales desafíos es la infraestructura necesaria para soportar estos vehículos. Actualmente, hay pocas estaciones de servicio que ofrecen hidrógeno, lo que limita su adopción masiva. Sin embargo, varias iniciativas están en marcha para expandir esta red y hacer que el hidrógeno sea una opción viable para los conductores de todo el mundo.
Además, los fabricantes están trabajando arduamente para mejorar la eficiencia de los motores de hidrógeno. La investigación y el desarrollo en este campo están avanzando rápidamente, y se espera que en los próximos años veamos avances significativos. Con el tiempo, el hidrógeno podría convertirse en una de las principales fuentes de energía para el transporte, ofreciendo una alternativa sostenible y de alto rendimiento.
El DART AE mide 3.5 metros (11.5 pies) y está equipado con el motor Spartan, un estatorreactor totalmente impreso en 3D, diseñado para operar entre Mach 5 y Mach 12, es decir, hasta doce veces la velocidad del sonido. Su vuelo de prueba, realizado desde la instalación de vuelo Wallops de la NASA, representa un avance decisivo hacia una nueva era de aeronaves hipersónicas más eficientes y sostenibles.
El motor Spartan utiliza hidrógeno como combustible, lo que reduce las emisiones y ofrece un alto rendimiento térmico, clave para resistir las temperaturas extremas generadas por la fricción a estas velocidades. Si las pruebas confirman su eficiencia, esta tecnología podría aplicarse tanto a aviones de reconocimiento estratégico como a plataformas de ataque de largo alcance.
Durante más de tres décadas, el legendario SR-71 Blackbird fue el orgullo de la ingeniería aeroespacial estadounidense, alcanzando Mach 3.3 y volando por encima de los 26,000 metros. Ahora, con el DART AE, la aviación da un salto hacia una generación capaz de multiplicar esa velocidad utilizando fuentes de energía más limpias.