
Las autoridades estadounidenses ejecutaron este martes, por primera vez, a un condenado a muerte que tenía un desfibrilador implantado en el corazón, pese a las advertencias de abogados y organizaciones civiles sobre el posible agravamiento de su sufrimiento. La ejecución se llevó a cabo en Tennessee mediante inyección letal.
El Departamento Penitenciario de Tennessee confirmó que la ejecución tuvo lugar alrededor de las 15:00 GMT en el Instituto de Máxima Seguridad Riverbend, ubicado en Nashville.
La Corte Suprema de Estados Unidos y el gobernador de Tennessee, Bill Lee, rechazaron el lunes las solicitudes de clemencia presentadas por los abogados de Byron Black, un hombre de 69 años que en 1988 asesinó a su novia, Angela Clay, y a las dos hijas de ella, de 9 y 6 años.
La defensa había solicitado retirar el desfibrilador por temor a que el aparato pudiera emitir descargas eléctricas durante la ejecución, aumentando así el sufrimiento del reo, quien usaba silla de ruedas y padecía demencia, además de fallas cardíacas, según denunció el Death Penalty Information Center.
"Su cerebro y su cuerpo continúan deteriorándose rápidamente. No representa ninguna amenaza para nadie. Que esta corte haya cerrado las puertas a una petición legítima por discapacidad intelectual no solo es inconstitucional, es inhumano", declaró su abogada, Kelley Henry, al medio The Intercept.
El aumento en las ejecuciones este año se atribuye principalmente a Florida, estado que ha concentrado casi un tercio de ellas: un total de nueve.
Además, planea llevar a cabo dos más en agosto: el día 19 está prevista la ejecución de Kayle Bates, condenado por apuñalar a una joven de 24 años; y el 28 la de Curtis Windom, culpable del asesinato de tres personas en el condado de Orange.