
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, defendió la iniciativa afirmando: “Esta misión defiende nuestra patria, expulsa a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protege a nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente.” Agregó además que “el presidente Trump ordenó la acción”.
El plan incluye el arribo al Caribe del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más avanzado de la flota estadounidense. Su presencia marca la mayor demostración militar estadounidense en la región en décadas, interpretada por analistas como un mensaje directo al gobierno de Nicolás Maduro, señalado de liderar el Cártel de los Soles.
Esta operación se integra a un conjunto de acciones recientes: ejercicios militares frente a Venezuela, operaciones autorizadas de la CIA dentro del país y ataques a embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, con más de 75 fallecidos reportados por fuentes oficiales.
El secretario de Estado Marco Rubio sostuvo que el objetivo principal es frenar el flujo de drogas hacia Estados Unidos mediante el combate a “narcoterroristas organizados”, afirmando que eso es “lo que el presidente Trump ha autorizado”.
El presidente colombiano Gustavo Petro suspendió inicialmente el intercambio de inteligencia con Washington antes de condicionar su cooperación. México, por su parte, acordó interceptar embarcaciones sospechosas para evitar incidentes con fuerzas estadounidenses.
Fuentes del Pentágono indicaron que el USS Gerald R. Ford aún no ha entrado al Caribe y que su estancia sería breve. Expertos como Mark Cancian advierten sobre los riesgos de operar cerca de Venezuela, que posee sistemas de defensa antimisiles rusos.
Según el académico David Smilde, la operación busca ejercer presión con una amenaza creíble más que iniciar una intervención directa.