“En las democracias modernas, los historiadores son más libres y aunque no se cuentan mucho con ellos; un precio que merece la pena pagar por la libertad. La gente accede a la historia a través de la literatura, el cine y la televisión y los políticos la suelen utilizar como si de un carrito de supermercado se tratara, eligiendo y metiendo en él cualquier cosa que le sirva”. (Donald Sassoon: Síntomas mórbidos. Anatomía de un mundo en crisis).
Es probable que una inmensa población en el mundo no nos demos cuenta que nos encontramos frente al inmenso desafío de aquella frase lapidaria del gran revolucionario italiano Antonio Gramsci “la crisis consiste, precisamente, en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”. El presagio de lo que se augura no es nada halagüeño. Una reconfiguración del mundo se acerca.
Una potencia mundial que eclosionó en la supremacía, a partir del término de la conflagración mundial del 1945 y que, hasta 1989-1991, se disputaba más en el plano ideológico-militar el mundo, en lo que se denominó bipolar. Estados Unidos irrumpió, a partir de los años 80, como la única potencia hegemónica, cuasi unipolar, donde el destacado intelectual Francis Fukuyama llegó a escribir un libro que denominó El fin de la historia.
Hoy, 30-40 años después, el mundo es diferente. Nuevos actores económicos, nuevos países, construyeron, merced a sus habilidades y nuevas visiones, un panorama donde en el concierto del mundo exigen sin “pedirlo”, tocar otros instrumentos y más alcance en la melodía de una sinfónica que ayer era cuasi un solo músico y un solo director. La explosión es que más de 45 países han penetrado, sutilmente ora abiertamente, a hilvanar en el musical sin tener que orillarse.
¡El cambio tectónico es sencillamente iconoclástico! La respuesta de la potencia hegemónica, su establishment, ha sido inadecuada. Nos encontramos frente a un desafío colosal que en esencia ha de ser política, sin políticos a la altura de las circunstancias. Hay una verdadera crisis de liderazgo a escala planetaria. Simple obviedad, claro axioma: Allí donde hay vacío de roles y de una crisis en la división social del trabajo, otros los ocupan y no necesariamente, en el tambor del sonido de la historia del futuro.
Un mundo caracterizado por la complejidad, la volatilidad, la imprevisibilidad y el desconcierto que origina la incertidumbre, con cultivo para crear el apabullamiento del miedo. El miedo en el humano da pábulo a la búsqueda de su origen, obrando en consecuencia con el desparpajo. El discurso de Trump es miedo, es la algofobia llevada a su máximo nivel, en una utilización de las emociones incrustadas en el paroxismo sin par. 30 minutos de emociones-sentimientos sin el más mínimo hálito de racionalidad. Una retórica de relatos sin datos, sin historia. Una ideología descarnada en la nostalgia del pasado, en la agonía de la manipulación y la desinformación.
El Foro Económico Mundial en su Índice de Riesgo establece tres grandes desafíos:
1. Conflictos bélicos.
2. El problema medioambiental. Cambio climático.
3. La desinformación, manipulación.
La CEPAL en su Informe América Latina y el Caribe ante las trampas del desarrollo nos dice:
a.- Una trampa de baja capacidad para crecer.
b.- Una trampa de alta desigualdad, baja movilidad social y una débil cohesión social.
c.- Una trampa de bajas capacidades institucionales y débil gobernanza.
El Informe de Riesgo político América Latina y el Caribe, 2025, nos aborda que nos encontramos en “un contexto geopolítico global en plena transformación”. Añaden “El mundo enfrenta un panorama con barreras cada vez más bajas para los conflictos, donde el derecho internacional es frecuentemente ignorado, los organismos multilaterales, han quedado relegados al rol de meros espectadores, la carrera armamentista avanza sin control, y el desarrollo nuclear opera bajo mínima restricciones”.
Richard Sterngel en su libro Guerras de la información esboza “el verdadero problema es que estamos en medio de una guerra global de información que se libra cada minuto del día, en todo el mundo y la estamos perdiendo… Gobiernos y actores e individuos no gubernamentales creen y difunden narrativas que nada tienen que ver con la realidad…” Hace 5 años de su edición. Hoy, la desinformación y la mentira resurgen con más cataclismos desde la instancia misma del poder político y empresarial de los Estados Unidos.
La presencia de los CEO de la Big Tech y la decisión ejecutiva del narcisista de Trump, acerca de la desregulación de la información, significa las inacabadas redes sin control y sin verdad, donde la realidad no cobra cuerpo ni tiene sentido. Información y realidad dejan de ser verdad. Es información dinámica en sí misma del poder. Es la pócima de recrear el cerebro con la simplicidad de la mentira. El tonto para reír eternamente, sin pensar.
En ese panorama, qué podemos hacer en un país con 48,442 kms² que comparte una isla con la nación más pobre del hemisferio, con la más aguda crisis política, institucional y social de su historia. Un verdadero Estado colapsado. Acudir a la lapidaria frase de Albert Einstein sobre la crisis y la imaginación, ver la crisis como una oportunidad y un desafío para el ingenio, la creatividad y la innovación. Crear un ecosistema económico de innovación como país. El ecosistema económico es definido “como el lugar en el que se promueve el desarrollo de un proyecto, o negocio, con la innovación como base para los agentes que conforma dicho ecosistemas”.
Ese ecosistema sería con la visión de Estado, con la visión de país, donde sector público, sector privado, se aúnen en una correspondencia biunívoca, conjuguen de la manera más eficiente y eficaz una ruta para construir nichos que permitan aprovechar las guerras comerciales que inexorablemente vendrán y ya están aquí. El nearshoring, el reshoring, el freinshoring, el denisking, constituyen las estrategias que están configurando los Estados Unidos para los países cercanos, frente a su declive en la geoeconomía y su participación global. ¡El patio que con desdén nos trataban, ha de voltear su espalda para asimilar, en medio de las profundas transformaciones que se perfilan, un rol más estelar!
Nuestro país, colocado “en el mismo trayecto del Sol” geográficamente, conlleva una extraordinaria ventaja comparativa y al mismo tiempo una ventaja competitiva: tenemos una estabilidad política y social que pocos países pueden exhibir. Nos encontramos frente al crimen organizado, el narcotráfico, muy por debajo del promedio de los 17 países evaluados por Latinobarómetro y los de la región, según el Índice de riesgo Político de América Latina y el Caribe.
Según Insight Crime, para el 2023 la tasa de homicidios estaba en 11.5. Sin embargo, datos recogidos para el 2024 señalan que bajó a 9.5.
La problemática institucional ha mejorado, teniendo como norte el ratio de la justicia con 40 puntos, mientras el promedio es 28 según Latinobarómetro 2024. La corrupción, evaluada por diversos organismos internacionales, se señala que hemos mejorado (Índice de Riesgo, Latinobarómetro, CEPAL, Transparencia Internacional).
La República Dominicana en el Índice de Gobernanza ha mejorado significativamente en los últimos años, el cual mide:
1. Voz y rendición de cuentas.
2. Estabilidad política y ausencia de violencia y terrorismo.
3. Efectividad del gobierno.
4. Calidad regulatoria.
5. Estado de derecho.
6. Control de la corrupción…
Pero, qué es la gobernabilidad, que no debe confundirse con gobernanza, como subraya Bobbio en el informe de la CEPAL, aunque guarda una estrecha relación. “Se refiere a la capacidad de un sistema para garantizar el cumplimiento de las leyes, mantener la estabilidad, operar eficazmente y asegurar la legitimidad en la toma de decisiones. En este sentido, refiere la autonomía, complejidad, cohesión y legitimidad de las instituciones”. La gobernanza, IDEA International la define “como una serie de interacciones entre actores estatales y no estatales, para formular e implementar políticas y reformas sociales, económicas e institucionales relacionadas con el acceso y/o ejercicio del poder con el objetivo de mejorar la gobernabilidad de los sistemas políticos”.
República Dominicana, indicadores de gobernanza según la CEPAL:
Año:
Efectividad del gobierno:
Calidad regulatoria:
Estado de derecho:
2012
36
50.2
29.1
2017
38
52.4
37.6
2022
50
54.2
50.5
Como vemos, a través de informes internacionales, la República Dominicana ha venido mejorando positivamente, muy lentamente, empero, firme. No ha habido retrocesos ostensibles, sobre todo, por mal manejo de los ejecutivos. Dos externas (2008 y 2020) y, una interna (2003), quiebran tres bancos. Se requiere pues, dos carros con distintas velocidades:
1. Que aproveche las dificultades de la nueva redefinición de la globalización.
2. Que acelere las inversiones en el capital humano, donde la educación descanse en áreas nuevas de la tecnología (STEM), al tiempo que los empleos sean de mayor agregado de valor.
3. Que nos focalicemos en los factores estructurales de la sociedad dominicana: desigualdad, empleos en los jóvenes, más inteligencia y audacia con la delincuencia: tasa de victimización.
4. Un mayor y mejor enfoque en la violencia intrafamiliar y en los embarazos en las niñas y adolescentes. Expresión de la pobreza y más singularmente, de una sociedad pobre, que es medularmente aporofóbica.
Recordar, como nos decía William Coyne “La creatividad es pensar en ideas nuevas y apropiadas, mientras que la innovación es la aplicación con éxito de las ideas dentro de una organización”, añadiríamos y un contexto.
Por Cándido Mercedes