
Un equipo de 32 dentistas y oftalmólogos voluntarios acaba de llegar a la Tierra Indígena del Xingu, en Brasil, para brindar atención médica con tecnología de punta a las aldeas más apartadas. Son los “Doctores de la Amazonía”.
Esta ONG nació hace doce años con la misión de llevar salud y dignidad a los pueblos ancestrales de la mayor selva tropical del planeta, que en noviembre albergará la cumbre climática de la ONU (COP30), en la ciudad de Belém.
Detrás de esta iniciativa está el dentista Caio Machado, quien se dio cuenta de que el cuidado de la salud indígena era una “demanda urgente” a partir de sus incursiones por reservas del estado de Rondônia, fronterizo con Bolivia, cuando aún era estudiante.
Hoy, la organización ya ha asistido a cerca de 60 pueblos indígenas para demostrar “al poder público que, en pleno siglo XXI, es posible desarrollar una atención de calidad” en los rincones más remotos de la selva, declaró Machado a EFE.
En su última misión, él y su equipo permanecieron cuatro días en la aldea Ipavu para atender a los kamayurás, en el corazón de la Tierra Indígena del Xingu, una de las más extensas de Brasil y la primera gran reserva reconocida oficialmente en el país, ubicada en el estado de Mato Grosso.
Su objetivo es dar respuesta a la demanda acumulada durante años por servicios de odontología y oftalmología. Cerca de la aldea existe un precario puesto del sistema público de salud indígena que no logra cubrir ciertas especialidades.
“Aquí en la comunidad hay 600 personas a la espera de atención” y “sin atención, sufrimos”, expresó a EFE el cacique Maiaru Kamayurá.
Los “Doctores de la Amazonía” cubren ese vacío. Llevan material odontológico suficiente para atender a cerca de 2.000 personas.
Además, acaban de lanzar una campaña llamada Amazonía sin caries, un problema que se ha disparado entre los indígenas más jóvenes por los cambios en sus hábitos alimenticios, ahora con mayor consumo de azúcar.
“Una caries es la puerta de entrada a otras enfermedades, que pueden ser cardíacas, respiratorias o estomacales”, explicó a EFE el cirujano dentista Felipe Prandini, de 46 años, uno de los voluntarios.
Para tratar las caries utilizan inteligencia artificial y un producto “revolucionario” que Prandini descubrió en Estados Unidos y que las elimina “sin necesidad de anestesia”.
El equipo también lleva consigo impresoras 3D para fabricar prótesis dentarias, además de aparatos de iluminación y ventilación, necesarios para soportar las altas temperaturas, que a veces alcanzan los 40 grados centígrados. Un generador diésel produce la electricidad.
También hay espacio para la improvisación. La típica escupidera de un consultorio, aquí, es un embudo acoplado a una botella de plástico.
Por su parte, los oftalmólogos miden la visión y fabrican al momento las gafas para quien las necesite. Todo de manera gratuita.
Y es que los problemas de visión tienen un gran impacto en la vida de los indígenas. En Ipavu, muchos ya no lograban cazar o pescar; los más ancianos no podían elaborar sus artesanías, una de las principales fuentes de ingresos de la aldea.
Amanauá Celso Kamayurá, uno de los líderes de la comunidad, acaba de recibir unas gafas para leer de cerca.
Para Machado, la atención sanitaria a los pueblos indígenas es un pilar de la conservación medioambiental.
“Sin salud, no hay selva; sin salud, los pueblos originarios no consiguen proteger su territorio. Todos los programas son importantes, como la reforestación, pero la salud debería ser la causa número uno y, muchas veces, es dejada de lado”, defendió.