La vitamina B12, conocida como la “vitamina de la energía”, es esencial para el funcionamiento del sistema nervioso, la producción de ADN y la formación de glóbulos rojos. Su carencia puede desarrollarse de forma silenciosa durante años. Cuando no se identifica a tiempo, puede generar complicaciones neurológicas y cognitivas de impacto significativo en la calidad de vida.
La vitamina B12 participa en procesos fundamentales del organismo. Interviene en la producción de glóbulos rojos sanos. También es necesaria para mantener la mielina, una capa que protege los nervios y facilita la transmisión de impulsos.
Se encuentra principalmente en alimentos de origen animal como carnes, pescados, huevos y lácteos. También está presente en cereales fortificados. Por esta razón, quienes siguen dietas vegetarianas o veganas tienen mayor riesgo de deficiencia si no suplementan adecuadamente.

Personas con intolerancia al gluten, gastritis atrófica o anemia perniciosa también pueden presentar problemas de absorción, aun cuando su dieta sea adecuada.
Se estima que hasta un 15% de la población podría tener niveles bajos de vitamina B12. El problema principal es que el cuerpo almacena reservas. Esto permite que los síntomas tarden entre tres y cuatro años en manifestarse tras una reducción en su ingesta.
Esta demora hace que los signos se confundan con estrés, cansancio o envejecimiento. Como consecuencia, el diagnóstico suele retrasarse.
Estudios recientes indican que incluso niveles considerados “normales bajos” pueden asociarse a daño cerebral temprano y peor rendimiento cognitivo, sobre todo en adultos mayores.
La fatiga persistente es uno de los primeros signos. Se produce porque la falta de B12 afecta la producción de glóbulos rojos, lo que provoca anemia y una sensación constante de agotamiento.

El hormigueo en manos y pies es otro síntoma común. Ocurre por el deterioro de la mielina que recubre los nervios. Este daño altera la transmisión nerviosa y genera sensaciones anormales.
También puede presentarse pérdida de equilibrio. La afectación neurológica interfiere con la percepción de la posición del cuerpo, aumentando el riesgo de caídas, especialmente en personas mayores.
En el plano cognitivo, la deficiencia de vitamina B12 puede causar problemas de memoria, dificultad para concentrarse y episodios de confusión. En algunos casos, estos síntomas pueden simular cuadros de demencia.
Además, se identificó una relación con estados depresivos. La reducción de la mielina y el impacto en el funcionamiento cerebral pueden reflejarse en ánimo bajo, apatía y cambios emocionales sin causa evidente.
Tienen mayor probabilidad de presentar deficiencia de vitamina B12:
Estos grupos deben mantener controles periódicos y vigilancia médica.

El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre que miden los niveles de vitamina B12 y detectan posibles signos de anemia. Ante la presencia de síntomas persistentes, se recomienda no automedicarse y acudir a un especialista.
El tratamiento puede incluir cambios en la dieta, suplementos orales o inyecciones de vitamina B12, según la gravedad del caso y la capacidad de absorción del paciente.
Detectar la deficiencia a tiempo permite prevenir complicaciones neurológicas irreversibles. Una intervención temprana mejora el pronóstico y ayuda a preservar el bienestar general.
Mantener una alimentación equilibrada y realizar chequeos regulares es clave para proteger la salud y garantizar un adecuado funcionamiento del organismo.
Fuente: Infobae.