Por Ifrc
En la madrugada del 8 de abril, el techo de la discoteca Jet Set se derrumbó. Sus conciertos de los lunes eran una cita ineludible, y cuando ocurrió la tragedia, el lugar estaba lleno. Una semana después, el país sigue llorando la muerte de 225 personas y está pendiente de la recuperación de los cientos que resultaron heridas, muchas de ellas de gravedad.
La estructura colapsó sobre la multitud, y lo que debía ser una noche de fiesta se convirtió en una de las peores tragedias urbanas que ha vivido la República Dominicana. La Cruz Roja Dominicana respondió de inmediato.
Equipos de especialistas en medicina, atención prehospitalaria, psicología y respuesta a emergencias se movilizaron desde distintos puntos del país para asistir en las labores de rescate, brindar atención médica urgente y acompañar a las familias que, en medio de la confusión, buscaban desesperadamente noticias de sus seres queridos.
Búsqueda entre escombros
En los primeros días, la prioridad fue encontrar personas con vida bajo la estructura colapsada. Especialistas en búsqueda y rescate de la Cruz Roja trabajaron codo a codo con bomberos y otras entidades en una operación compleja y dolorosa. El calor extremo, el polvo y el riesgo de nuevos colapsos hacían todo más difícil.
Al desgaste físico se sumaba la carga emocional. Los voluntarios recuerdan haber escuchado a las personas pidiendo ayuda bajo los escombros y trabajaban sin descanso para auxiliarlas. Lograron extraer a algunas de ellas, pero lamentablemente, la mayoría fue localizada sin vida. Aun así, nadie dejó de intentarlo. Día y noche, los rescatistas continuaron trabajando hasta recuperar todos los cuerpos, mientras del otro lado de las cintas de seguridad las familias esperaban noticias de sus seres queridos, aferradas a la esperanza.
Claro, aquí tienes el párrafo corregido:Escuchar, contener, acompañar.
Mientras algunos equipos buscaban entre los escombros, otros ofrecían apoyo emocional. En lo que quedaba de la discoteca y en los hospitales de la capital, psicólogos y voluntarios de la Cruz Roja, especializados en apoyo psicosocial, hablaban con madres, hermanos y parejas. Allí atendían a las personas en estado de shock; bastaba con sentarse a su lado, ofrecerles agua y brindarles apoyo. No se trataba solo de proporcionar información, sino de acompañar su dolor.
Claro, aquí tienes el párrafo corregido:También hubo quienes recibieron la peor noticia allí mismo, frente al operativo. La Cruz Roja estuvo presente para ofrecer apoyo emocional inmediato, y ese acompañamiento ha continuado durante toda la semana. Incluso hoy, el equipo de apoyo psicosocial sigue en contacto con algunas familias, brindando contención a quienes continúan en duelo y facilitando espacios de cuidado emocional para las propias brigadas de la Cruz Roja que participaron en la emergencia.
Tener una formación básica en primeros auxilios o formar parte de un equipo de respuesta humanitaria no es suficiente para gestionar experiencias emocionales extremas, como la tragedia del Jet Set. Esta semana, el luto personal se ha transformado en un duelo colectivo, afectando de manera cercana a los voluntarios y voluntarias que cargan con su propio dolor y el de los demás. Cuidarlos es uno de los compromisos fundamentales de la Cruz Roja.
Ambulancias, sangre y solidaridad
La atención médica fue otro frente clave. Las ambulancias de la Cruz Roja, que forman parte del sistema 911, atendieron a personas con heridas graves y trasladaron a pacientes directamente desde la discoteca hasta los hospitales cercanos. Incluso los integrantes de los cuerpos de rescate recibieron atención, ya que fueron afectados por golpes, cortaduras o descompensaciones debido al calor.
Para contribuir a una mejor atención hospitalaria, la Cruz Roja Dominicana activó una campaña urgente de donación de sangre. Personas de todo el país acudieron a donar, y la sangre, el plasma y otros derivados fueron puestos a disposición de los centros de salud que estaban tratando a las personas heridas. Mientras todo esto ocurría, la solidaridad no se hizo esperar.
Vecinas, comercios y ciudadanos anónimos llevaron comida, agua y medicamentos, que el personal humanitario repartió entre sus brigadas y entre las familias que esperaron durante días y noches noticias de sus seres queridos.
La solidaridad del pueblo dominicano fue tan grande o incluso mayor que el dolor causado por esta tragedia; por eso, la Cruz Roja Dominicana está conmovida y profundamente agradecida. Una semana después…
Aunque ya no hay cámaras en la zona cero, la emergencia no ha terminado. La Cruz Roja Dominicana continúa prestando apoyo a los sobrevivientes hospitalizados, facilitando traslados y asegurando que quienes lo necesiten tengan acceso a sangre. Además, sigue cuidando a su propio personal, porque intervenir en una tragedia de esta magnitud deja huella.
Una huella que, esperan, servirá para que muchas más personas decidan hacerse voluntarias, se formen y pongan su tiempo y solidaridad al servicio de su comunidad.