
Los cortes de luz pueden parecer solo una molestia pasajera, pero cuando afectan a la conservación de alimentos, el peligro es real.
Uno de los productos más sensibles es el pollo envasado, ya que puede contaminarse incluso sin mostrar señales visibles.
Aquí te contamos cómo identificar cuándo ya no es seguro y qué medidas preventivas adoptar para evitar riesgos en futuras ocasiones.
Qué hacer si sospechas que la carne se ha estropeado
A veces esperamos señales evidentes como el mal olor o una textura viscosa para descartar un alimento. Sin embargo, algunos productos como las pechugas de pollo pueden haber empezado a deteriorarse sin emitir señales claras. Eso no significa que sean seguras.
Al contrario, consumir pollo que ha perdido la cadena de frío puede provocar infecciones graves, incluso si luce y huele aparentemente bien.
Durante un apagón, la clave está en controlar el tiempo sin electricidad. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), si la puerta del frigorífico no se ha abierto durante las primeras cuatro horas, los alimentos que contiene aún pueden considerarse seguros. Pero una vez superado ese umbral, especialmente si la nevera se ha abierto varias veces, el riesgo aumenta considerablemente.
Estrategias para salvar la comida durante y después del apagón
Cuando se interrumpe el suministro eléctrico por más de cuatro o cinco horas, hay algunas estrategias que puedes poner en práctica si dispones de cocina a gas. Cocinar inmediatamente el pollo reducirá la carga microbiana y disminuirá su contenido de agua, lo cual alarga su conservación. Por eso, unas pechugas ya cocidas pueden durar hasta 24 horas más en refrigeración, mucho más que si permanecen crudas.
Otra medida útil es trasladar los productos más perecederos al congelador, especialmente si lo rodeas de hielo. De esta forma, incluso si la temperatura empieza a subir lentamente, puedes extender la vida útil del alimento hasta 48 horas más, dependiendo del grado de descongelación.
La próxima vez que te enfrentes a un corte de luz, recuerda: más allá de lo que ves u hueles, la seguridad alimentaria depende del tiempo, la temperatura y de tomar decisiones a tiempo.
Fuente: La Vanguardia.