
El bloqueo prolongado de Israel a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza obligó este jueves a la organización World Central Kitchen (WCK) a cerrar sus comedores comunitarios, debido a la falta de alimentos y el vaciamiento de sus almacenes en este territorio devastado por la guerra.
Hasta hace poco, WCK entregaba unas 133 mil comidas diarias y horneaba 80 mil panes, pero informó que tuvo que suspender su actividad porque ya no queda comida suficiente para cocinar. La situación amenaza gravemente a la población palestina, golpeada por 19 meses de conflicto. En abril, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), una agencia de la ONU, anunció que sus reservas también se agotaron, cortando así una fuente clave de sustento para cientos de miles de personas.
A medida que el bloqueo entra en su tercer mes, la falta de alimentos se ha convertido en una amenaza directa para la vida de los gazatíes. La desnutrición y el hambre son cada vez más comunes, y los medicamentos para tratar estas condiciones están casi agotados, advierten organizaciones humanitarias.
Israel impuso el bloqueo total el 02 de marzo, justo antes de finalizar un alto el fuego de dos meses, y reinició su ofensiva militar el 18 de marzo. Según las autoridades israelíes, estas medidas buscan presionar al grupo Hamás para la liberación de los rehenes. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos denuncian que se trata de una “táctica del hambre” que pone en peligro a toda la población civil y podría ser considerada un crimen de guerra.
Los comedores comunitarios, como los que gestionaba WCK, eran un salvavidas para miles de personas que dependían de una comida al día, pero muchos ya cerraron por falta de suministros. En los pocos que siguen abiertos, se viven escenas de desesperación, con hombres, mujeres y niños intentando conseguir algo para comer. Las panaderías han cerrado y la distribución de agua también está en riesgo por la escasez de combustible.
Desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023, WCK ha servido más de 130 millones de comidas y horneado 80 millones de panes. Pero este jueves, la ONG confirmó que ya no tiene harina para su panadería móvil.
“Nuestros camiones con comida y suministros están esperando en Egipto, Jordania e Israel, listos para entrar a Gaza”, afirmó José Andrés, fundador de WCK.
“Pero no pueden moverse sin autorización. Se debe permitir el ingreso de ayuda humanitaria”.
El organismo israelí COGAT, que coordina la ayuda para Gaza, confirmó que el bloqueo continuará mientras el gobierno no decida cambiar de postura.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 10.000 niños han sido tratados por desnutrición severa desde enero. Solo en marzo se registraron 3.600 casos, un 80 % más que en febrero, según UNICEF. Cerca de la mitad de los 200 centros de nutrición en la Franja han tenido que cerrar por los bombardeos y desplazamientos forzados.
WCK ya había detenido sus operaciones en abril del año pasado, luego de que siete trabajadores humanitarios murieran en un ataque israelí contra un convoy de la ONG. La organización reanudó sus labores semanas después, pero la actual crisis la ha obligado nuevamente a interrumpir su ayuda.
También este jueves, ataques aéreos israelíes impactaron en las colinas cercanas a Nabatieh, en el sur de Líbano, provocando un muerto y ocho heridos, según el Ministerio de Salud libanés.
El Ejército de Israel explicó que el ataque estaba dirigido contra infraestructura de Hezbollah, incluyendo arsenales y túneles subterráneos. Afirmó que estas operaciones respondían a la violación del alto el fuego acordado en noviembre por parte del grupo militante.
Hezbollah no se pronunció de inmediato, pero la Agencia Nacional de Noticias del Líbano reportó que las oficinas públicas cerraron en la zona y que muchas familias corrieron a las escuelas para retirar a sus hijos ante el temor de nuevos bombardeos.
Aunque el alto el fuego mediado por Estados Unidos logró frenar la guerra entre Israel y Hezbollah, los ataques en el sur del país han continuado. Hezbollah sostiene que se ha replegado al sur del río Litani, mientras que Israel acusa al grupo de estarse rearmando.
La guerra en Líbano dejó un saldo de unas 4.000 muertes, entre ellas muchos menores de edad.