El cine, como arte y negocio, está lleno de decisiones inesperadas, tanto delante como detrás de cámaras, En 1999, Stanley Kubrick, uno de los directores más influyentes de todos los tiempos, estrenó su última película, “Ojos bien cerrados” (Eyes Wide Shut).
Este thriller erótico, protagonizado por Nicole Kidman y Tom Cruise, no solo desafió los límites de la narrativa cinematográfica, sino también los de sus protagonistas, quienes eran pareja en la vida real.
Sin embargo, lo que pocos sabían en ese momento era que Kidman había negociado una cláusula contractual específica para sentirse cómoda durante las escenas más íntimas del film. Este acuerdo especial entre la actriz y el director fue clave para su participación en una producción que marcó un hito tanto en su carrera como en la historia del cine.
¿Qué llevaba a una actriz del calibre de Nicole Kidman a tomar estas precauciones? Para entender esta decisión, es necesario adentrarse en los detalles de la producción, la visión de Kubrick y el contenido provocador de la película. Ojos bien cerrados no fue solo un desafío cinematográfico, sino también una prueba de confianza entre el elenco y el equipo de producción.
La filmación rompió récords en la industria del cine al convertirse en el rodaje continuo más largo registrado por el Libro Guinness de los Récords. Con una duración de más de 15 meses, el proceso fue conocido por la obsesión de Kubrick por la perfección. Cada escena fue repetida innumerables veces, lo que generó tensiones, pero también garantizó un resultado visual y narrativo impactante.
Durante el rodaje, Kidman y Cruise, quienes interpretaban a Alice y Bill Harford, estaban casados en la vida real. Este elemento agregó una capa adicional de complejidad al proyecto, especialmente porque la historia exploraba los límites de la intimidad y los celos dentro de un matrimonio.
La película también contenía escenas de desnudez frontal y un controvertido “baile de máscaras” con orgías, que posteriormente fue modificado digitalmente para obtener una clasificación R en los Estados Unidos.
La cláusula: seguridad en la vulnerabilidad
En una entrevista con New York Magazine, Nicole Kidman reveló que inicialmente sintió dudas respecto a la desnudez requerida para el papel. “Cuando fui a trabajar con Stanley Kubrick, él me dijo: ‘Voy a necesitar desnudos frontales completos’, y yo estaba como, ‘Ahh, no estoy segura’”, confesó la actriz.
Para abordar esta inquietud, llegaron a un acuerdo contractual inusual pero efectivo. La cláusula establecía que Kubrick debía mostrarle a Kidman las escenas en las que aparecía desnuda antes de incluirlas en el corte final de la película. Esto le permitió a la actriz sentirse cómoda y protegida mientras exploraba un personaje complejo y vulnerable. “Quise asegurarme de que no iba a ser solo yo desnuda y todos riéndose de mí”, explicó Kidman, según New York Magazine.
La actriz también enfatizó que nunca rechazó ninguna escena después de establecer la cláusula, ya que confiaba en la visión artística de Kubrick. Este nivel de transparencia entre el director y la actriz demostró ser fundamental para la creación de un ambiente de trabajo seguro en una producción tan demandante.
El legado de la Película
Cuando Ojos bien cerrados fue estrenada, recibió críticas mixtas, pero con el tiempo alcanzó el estatus de obra de culto. El filme actualmente tiene una puntuación de 7.6 en IMDb y un 77% en Rotten Tomatoes. Roger Ebert, reconocido crítico de cine, le otorgó 3.5 de 4 estrellas, describiéndola como un “sueño hipnótico de fantasía sexual”.
No obstante, la película también enfrentó controversias. Tras la muerte de Kubrick, ocurrida solo seis días después de que mostrara el corte final a Warner Brothers, el estudio tomó la decisión de alterar digitalmente algunas escenas para moderar su contenido sexual explícito. Este movimiento fue duramente criticado por algunos expertos, incluido el propio Ebert, quien argumentó que “Kubrick no lo habría aceptado”.
La experiencia de Nicole Kidman en Ojos bien cerrados subraya la importancia de establecer límites claros y acuerdos respetuosos en la industria del entretenimiento, especialmente en proyectos que exploran temáticas delicadas.
La cláusula que negoció no solo le permitió desempeñar un papel desafiante con confianza, sino que también sirvió como ejemplo de cómo las actrices pueden proteger su integridad en un medio que a menudo demanda vulnerabilidad extrema.
En definitiva, la película no solo marcó el cierre de la carrera de Kubrick, sino también un capítulo significativo en la vida profesional y personal de Nicole Kidman y Tom Cruise. La complejidad de su narrativa, la tensión en su producción y las decisiones contractuales innovadoras hacen de Ojos bien cerrados una obra que continúa fascinando al público y la crítica más de dos décadas después de su estreno.