
La española María Branyas Morera, quien a los 117 años y era considerada la persona más longeva del mundo, se convirtió en objeto de un estudio científico que buscó descifrar las claves de su extraordinaria longevidad.
Antes de morir, Branyas permitió que se tomaran muestras de sangre, saliva, orina y heces. “Queríamos aprender de su caso particular para beneficiar a otras personas”, explicó Manel Esteller, médico de la Universidad de Barcelona y líder del equipo investigador, citado por Nature.
El análisis, publicado en Cell Reports Medicine, comparó el perfil genético de Branyas con el de otras mujeres ibéricas. Los resultados sugieren que su larga vida se debió a una combinación de factores: no fumaba ni bebía, mantenía actividad física y social constante, y presentaba variantes genéticas asociadas a la protección frente a enfermedades como demencia, dolencias cardíacas y diabetes. “Tenía células que parecían más jóvenes que su edad”, indicó Esteller en declaraciones al New York Times.
“Esto demuestra que una intervención dietética puede estar asociada no solo a evitar la obesidad y otras patologías, sino también a prolongar la vida, actuando a través del paisaje del microbioma intestinal”, añadió Esteller a New Scientist.
Mientras tanto, Mary Armanios, genetista de la Universidad Johns Hopkins, recordó que “la genética de la longevidad es notoriamente confusa” y que factores socioeconómicos también influyen en la esperanza de vida.