
La tercera entrega de Avatar, titulada “Avatar: Fuego y Cenizas”, llega este mes a los cines con el objetivo de afianzar el éxito de la saga ecológica creada por James Cameron, una de las más taquilleras de la historia del cine.
Con una duración de 3 horas y 14 minutos, la película promete un nuevo espectáculo visual 16 años después del lanzamiento del primer capítulo.
La trama vuelve al universo de Pandora, hogar de los Na’vi, cuyos recursos siguen siendo codiciados por los humanos. El héroe Jake Sully, interpretado por Sam Worthington, enfrenta el duelo por la muerte de su hijo mayor durante la batalla contra la RDA al final de la película anterior.
Junto a su esposa Neytiri, sus tres hijos y Spider, un joven humano que han acogido, deberá afrontar nuevos desafíos.
Cameron explicó que la película profundiza en las tensiones dentro de una familia mixta: “Los hijos tratan de encontrar su lugar en un mundo donde son mestizos. La madre es 100% Na’vi y el padre viene de otro sistema estelar”. El director también subrayó el paralelismo entre la familia protagonista y los refugiados contemporáneos.
La película presenta a una nueva antagonista: Varang, líder de los Mangkwan, el pueblo de las cenizas, interpretada por Oona Chaplin. Su comunidad, devastada por un volcán, vive del saqueo y encarna un lado más oscuro de los Na’vi tradicionalmente armoniosos.
Una vez más, Pandora enfrenta la amenaza de los humanos de la RDA, que buscan exterminar a los Tulkuns para extraer amrita, una sustancia de alto valor comercial. Cameron retoma el mensaje ambientalista que ha caracterizado la saga desde sus inicios.
El director aclaró que no utilizó inteligencia artificial generativa en la producción y defendió su técnica de performance capture. Sobre las críticas al guion, Cameron bromeó diciendo: “Solo tuve unas cinco buenas ideas en mi vida; simplemente las rehago una y otra vez”.