
Un bombardeo ruso contra varias regiones de Ucrania dejó al menos 13 muertos en la capital, Kiev, y dos más en el puerto de Odesa, en medio de la cumbre del G7 que se celebra en Alberta, Canadá, con la participación del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
El ataque se produjo tras varias noches de relativa calma. Las alarmas antiaéreas, los impactos de misiles y los drones kamikaze Shahed volvieron a estremecer la capital en la madrugada de este martes, provocando múltiples daños y víctimas civiles.
Zelenski, quien tenía previsto reunirse en la cumbre con el presidente estadounidense Donald Trump, denunció el ataque como “puro terrorismo”. En sus redes sociales, exigió una respuesta firme de parte de Estados Unidos y Europa. “El mundo debe responder como lo haría cualquier sociedad civilizada ante el terrorismo”, escribió.
Sin embargo, la esperada reunión con Trump no se concretó, ya que el mandatario estadounidense regresó anticipadamente a Washington para atender la escalada bélica entre Irán e Israel.
El ministro de Exteriores de Ucrania, Andrí Sibiga, acusó a Moscú de intentar “hacer que los líderes del G7 parezcan débiles” con el ataque.
Zelenski también pretendía discutir con Trump la posibilidad de adquirir sistemas de defensa aérea y armamento, dado que bajo la actual administración estadounidense no se han aprobado nuevos paquetes militares para Ucrania. Según fuentes oficiales, Kiev ha ofrecido pagar por el equipo militar que anteriormente recibía de forma gratuita durante el gobierno de Joe Biden.
El ataque masivo incluyó el uso de casi 500 drones y misiles, según fuentes ucranianas, y elevó aún más la tensión internacional en medio de una guerra que ya ha causado miles de víctimas civiles.