Apple atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años tras el fracaso de Apple Intelligence, su ambicioso proyecto de inteligencia artificial. Lo que estaba llamado a marcar un antes y un después en la evolución de Siri y en la estrategia de la compañía para 2025 terminó convirtiéndose en una fuente de problemas técnicos, desgaste interno y pérdida de confianza en el mercado.
La situación derivó en la salida casi simultánea de cuatro directivos de alto nivel, una caída del 13% en el valor de las acciones y crecientes dudas sobre la capacidad de Apple para competir en el nuevo escenario dominado por la inteligencia artificial generativa.
Apple Intelligence fue presentada como la gran innovación del ecosistema Apple, con la promesa de dotar a Siri de capacidades avanzadas gracias a la IA generativa. Sin embargo, durante las pruebas internas de iOS 18.4, el propio jefe de software, Craig Federighi, detectó fallos importantes que alejaban al producto de los estándares habituales de la compañía.
El descontento no tardó en trasladarse a los usuarios. Lejos de mejorar, Siri mostró un rendimiento irregular, lo que provocó críticas generalizadas y demandas colectivas por presunta publicidad engañosa. Incluso la BBC presentó una queja formal tras detectar errores graves en los resúmenes automáticos generados por la plataforma. Para el analista tecnológico Arun Maini, el proyecto ya ocupa “un lugar asegurado entre los mayores fracasos de Apple”.
El efecto fue inmediato en los mercados. Mientras el sector tecnológico continuaba al alza, Apple registró una caída del 13% en sus acciones a lo largo del año. Empresas como Nvidia y Microsoft lograron superarla en valor de mercado, algo poco habitual en la historia reciente de la compañía.
La decepción se intensificó tras la WWDC 2025, que dejó a inversores y desarrolladores con pocas novedades relevantes en materia de inteligencia artificial. Tras el evento, el valor de las acciones volvió a descender, esta vez un 5% adicional.
El fracaso de Apple Intelligence también tuvo consecuencias internas. En apenas unos días, cuatro directivos que reportaban directamente al CEO Tim Cook anunciaron su salida o jubilación. Se trata de una rotación excepcional en una empresa conocida por la estabilidad de su equipo directivo y que pone de manifiesto la magnitud del desafío que enfrenta Apple.
Con estos movimientos, la compañía se ve obligada a replantear su estrategia en inteligencia artificial y a reconstruir la confianza tanto dentro como fuera de la organización, en un momento clave para su futuro tecnológico.