
1.- Esa persona de color absolutamente oscuro, la haitiana, por accidente nació en Haití, lo mismo que pudo haber llegado al mundo en Alemania.
2.- La pobreza que arrastra el nacional haitiano es una lacra propia del sistema social que predomina en su país, no una tacha querida por los vecinos de Haití.
3.- Las mujeres y los hombres de Haití precisan satisfacer sus necesidades materiales y culturales, lo que no pueden lograr en su lar nativo, situación que les obliga a emigrar a nuestro país.
4.- Las clases dominantes dominicanas necesitan mano de obra para producir en sus respectivas empresas, no importa que quienes les vendan su fuerza de trabajo sean obreros blancos o negros, nacionales o extranjeros.
5.- El empleador o patrono dominicano está en la obligación de abandonar su idea preconcebida, el prejuicio contra los negros y pobres inmigrantes haitianos, y aceptarlos como sus colaboradores en las empresas.
6.- La situación que se le presenta al empleador, al finquero, ganadero o gran constructor es la de recurrir a la mano de obra haitiana presente en el país, abundante, dócil y barata.
7.- Para el patrono que necesita el trabajador, el asunto no es de quererlo, estimarlo, amarlo, como tampoco de odiarlo por entero.
8.- Ese dominicano ligado a las empresas agrícolas o a la construcción debe estar consciente de que, por necesidad forzosa, sin ningún regateo, de cualquier modo va a recurrir al trabajador inmigrante.
9.- El empleador de la construcción o de la empresa agrícola dominicana, para existir, está obligado a emplear al haitiano inmigrante. No tiene alternativa.
10.- Las autoridades dominicanas están procediendo de manera equivocada al perseguir a los inmigrantes haitianos, lo que motiva a estos a ausentarse, huir para no ser apresados y deportados.
11.- Al empleador de mano de obra haitiana inmigrante le conviene tenerla a su disposición de manera regular, no en estado de ilegalidad o incertidumbre.
12.- La situación bajo la cual se mantiene aquí el obrero inmigrante haitiano indocumentado es de duda, perplejidad, incerteza y vacilación.
13.- Andar a la caza, no dejar en paz, acosar y hostigar a los inmigrantes haitianos, es presentarnos como una comunidad de gente obstinada en impedir la sana convivencia.
14.- Procede que los grupos de aquí, prejuiciados contra los haitianos negros y pobres, pongan su reloj histórico en hora comprendiendo que la mano de obra haitiana es una necesidad en las diferentes áreas de nuestra economía.
15.- Dar estatuto legal al trabajo que ejecutan los inmigrantes haitianos en las diferentes áreas de la economía nacional institucionaliza y viene a certificar, dar validez a todo el proceso de producción.
16.- Lo que debemos aspirar es a que el trabajo del inmigrante esté legitimado, reconocido y bien refrendado respondiendo a mecanismos legales y humanistas.