
El sector Los Salados, en la zona norte de Santiago, enfrenta desde hace años un grave problema de contaminación por el vertido de aguas cloacales en cañadas y arroyos, una situación que afecta la calidad de vida de sus residentes y evidencia fallas estructurales en la planificación urbana y el manejo sanitario de la ciudad, denunció un regidor de la ciudad.
El regidor de Santiago, Alexander Germoso, explicó en el programa El Rumbo de la Mañana que el problema de las cañadas no es exclusivo de este sector, sino una situación común en Santiago, debido a que “arroyos que antes llevaban agua limpia o servían solo para desagüe pluvial, hoy reciben drenaje sanitario por el desorden municipal y estatal”.
“El caso de Los Salados no es una excepción”, afirmó Germoso, al recordar que otros puntos de la ciudad presentan condiciones similares. Como ejemplo, citó una cañada conocida que será intervenida por el Gobierno.
“Entrando a Santiago, después de pasar el Hospital HOMS, técnicamente el próximo semáforo, ahí se repite la misma situación: años de abandono y aguas cloacales cayendo directamente”, especificó.
El regidor advirtió que esta realidad genera consecuencias sanitarias y ambientales severas. “Llega un momento en que usted no puede estar ahí ni de día ni de noche por el hedor que eso expide”, expresó.
Subrayó que no se trata solo de malos olores, sino de contaminación que propicia enfermedades y afecta comunidades completas.
Germoso también mencionó el caso del arroyo Gurabo, que ha sido presentado como un avance gubernamental, aunque reconoció que “todavía falta muchísimo por trabajar”. Insistió en que, sin una planificación urbana adecuada y sin garantizar que las aguas cloacales sean tratadas correctamente, los problemas persistirán.
Finalmente, responsabilizó a la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago (Coraasan) del manejo de las aguas residuales y advirtió que, mientras no se resuelva este tema de fondo, “todo lo de los sanitarios va a pasar por ese arroyito, por el lado de tu casa”, calificando la situación como “peor que un vertedero a cielo abierto” y como un problema no solo de ciudad, sino de país.