Los abogados y activistas Zelandia Díaz y Felipe Meregildo abordaron este viernes en El Rumbo de la Mañana el arraigado sesgo que existe en la República Dominicana hacia el tipo de cabello, tanto en hombres como en mujeres, denunciando que persiste una cultura discriminatoria que limita la aceptación del cabello natural, especialmente el afro y el rizado.
Zelandia Díaz explicó que en el país existe “un sesgo muy sistemático hacia el cabello del hombre y de la mujer por igual”, manifestando que un hombre con trenzas o con afro es frecuentemente catalogado como “delincuente o tigre”.
La abogada señaló que este tipo de prejuicio se reproduce incluso en espacios profesionales, donde resulta casi imposible ver a un hombre con afro ocupar cargos de alta dirección o especialización.
“Tú no vas a encontrar un hombre con afro neurocirujano, ni gerente de una institución financiera. Eso simplemente no es una realidad”, afirmó Díaz durante la entrevista, al resaltar que los estereotipos capilares influyen directamente en las oportunidades laborales y sociales de las personas.
Recordó el caso de una niña que fue obligada a sentarse en la parte trasera del aula, “porque su cabello distraía la clase”, lo que calificó como un acto absurdo en una nación tan diversa étnicamente como la República Dominicana.
En ese contexto, Díaz subrayó que esta práctica vulnera derechos fundamentales y que las familias pueden recurrir a la vía legal. “Si a mi hijo no lo dejan ir a la escuela porque tiene el cabello afro, puedo elevar un amparo. La Constitución está ahí para usarla”, afirmó, haciendo un llamado a los padres a conocer y ejercer sus derechos.
De su lado, Felipe Meregildo sostuvo que el rechazo hacia la identidad negra y, por extensión, hacia el cabello natural, tiene raíces históricas. Explicó que este fenómeno se consolidó durante las dictaduras de Rafael Leónidas Trujillo y Joaquín Balaguer, cuando se promovió una propaganda que asociaba lo negro con lo negativo y lo inferior.
“El rechazo a todo lo que es negro empezó con Trujillo, con Balaguer, y se fue normalizando con los años”, indicó Meregildo. Añadió que resulta contradictorio que en un país de clima tropical, donde lo más natural es el cabello rizado, todavía se fomente una cultura de alisado y blanqueamiento estético.
Zelandia Díaz agregó que la discriminación capilar no se limita al afro o las trenzas. También afecta a las mujeres con canas, quienes son percibidas como “descuidas o envejecidas”. “La mujer que lleva el cabello con canas es vista como alguien que se ha dejado acabar”, denunció, señalando que este prejuicio refleja una presión estética constante sobre las mujeres dominicanas.
Ambos abogados coincidieron en que la industria de la belleza dominicana, aunque poderosa y reconocida internacionalmente, se ha construido en parte sobre esa obsesión nacional por controlar el cabello.
No obstante, Díaz subrayó que cada persona tiene derecho a decidir cómo llevarlo: “Si soy rizada y me lacio el cabello, no me estoy negando. Cada quien debe llevar el cabello como le dé la gana”.
Finalmente, Díaz compartió el caso reciente de una estudiante discriminada en una universidad por llevar trenzas, a quien un maestro calificó de “descarada”. “Entonces ahora todos seremos descarados y descaradas y llevaremos el cabello como nos dé la gana”, concluyó la abogada, reafirmando su llamado a la libertad, la igualdad y el respeto a la identidad capilar en el país.