La película El Brutalista, dirigida por Brady Corbet, logró destacarse como una obra épica que desafía las convenciones de Hollywood.
Con un estilo audaz que remite a los grandes cineastas de los años setenta, Corbet combina ambición artística y riesgo técnico en esta producción de 215 minutos rodada en un formato cinematográfico obsoleto.
El filme protagonizado por Adrien Brody, narra la lucha de un arquitecto inmigrante por construir su sueño en una colina de Pensilvania, con una historia que refleja los desafíos universales del arte frente a las presiones del comercio. Frente al éxito actual, un escritor especializado del medio The Independent reseñó la película.
Desde su estreno, El Brutalista fue aclamada como una obra maestra del cine contemporáneo, recibiendo comparaciones con clásicos como Érase una vez en América de Sergio Leone y El Padrino II de Francis Ford Coppola. La crítica destaca su capacidad para entrelazar una narrativa épica con un retrato íntimo de las luchas personales, en el caso de László Tóth, un arquitecto húngaro que representa el ideal del inmigrante luchador en la América de posguerra.
Más allá de su trama, la película se erige como un homenaje a la experiencia migratoria tras la Segunda Guerra Mundial, un tema que Corbet aborda con sensibilidad y complejidad. Las críticas subrayaron su “textura rica y expansiva” para reflejar las dificultades de la reconstrucción de vidas y sueños, junto con las tensiones inherentes entre la fidelidad al arte y la necesidad de sobrevivir en un sistema condicionado por el mercado.
La propuesta de Corbet también resulta notable por la elección de rodar en VistaVision, una tecnología de los años 60 que según él, aporta una sensación nostálgica y única al proyecto. Esto refleja su intención de conectar la historia de El Brutalista con una época en la que el cine se percibía como un medio artesanal y profundamente personal. La obra se inserta en un momento histórico marcado por un cambio de paradigma en la industria cinematográfica, donde las producciones masivas y la automatización tecnológica amenazan con relegar el cine de autor a los márgenes.
Según Xan Brooks, periodista especializado en The Independent, se trata de una largometraje que demuestra cómo la “lucha artística y el ingenio pueden superar las adversidades”. Este tipo de reconocimiento refuerzan la posición de Corbet como un cineasta independiente a seguir, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro del arte cinematográfico en una industria cada vez más homogeneizada.
Contraste entre El Brutalista y Megalopolis: dos visiones del cine independiente
La trayectoria de El Brutalista hacia el éxito contrasta de manera evidente con la de Megalopolis, la reciente producción de Francis Ford Coppola. Mientras que Brady Corbet trabajó con un presupuesto limitado y un equipo ajustado en un rodaje caracterizado por la disciplina, Coppola se enfrentó a un escenario de caos y despilfarro financiado por él mismo con 120 millones de dólares, obtenidos tras la venta de sus viñedos.
Ambos proyectos comparten una temática central: la lucha de un arquitecto por materializar su visión en medio de un sistema adverso. Sin embargo, sus aproximaciones difieren drásticamente. “Megalopolis podría considerarse la prima rica de El Brutalista, una obra que pese a su escala y ambición, sufrió campañas publicitarias desacertadas y el uso de citas generadas con inteligencia artificial", expresó Xan Brooks, el experto en cine.
A pesar de estas diferencias, ambas películas comparten un espíritu común, puesto a que representan la resistencia de sus autores frente a un modelo industrial que prioriza la producción en masa sobre las visiones personales. Mientras El Brutalista asciende como un ejemplo de rigor y control creativo, Megalopolis ilustra los riesgos y contradicciones de una libertad creativa desbordada. Aunque ambas reafirman el valor del cine de autor como un espacio necesario para la exploración artística y la innovación.
Brady Corbet, un director entre la tradición y la innovación
Con tan solo tres películas en su trayectoria, Brady Corbet logró posicionarse como una de las voces más audaces del cine independiente actual. A sus 36 años, el director estadounidense se perfila como un heredero del espíritu de los cineastas independientes de los años setenta, un periodo considerado una edad de oro del cine de autor en Estados Unidos. Su estilo caracterizado por una narrativa ambiciosa y una estética cuidadosamente elaborada, fue comparado con la obra de legendarios directores.
Corbet combina en su cine una profunda reflexión sobre la condición humana con un evidente desafío a las convenciones de la industria. Con El Brutalista, esta perspectiva se traduce en la historia del protagonista, cuya lucha por materializar la visión modernista se convierte en un desafío del director para sacar adelante la película.
A diferencia de las producciones comerciales, El Brutalista no solo rinde tributo al pasado con su rodaje en VistaVision, sino que también desafía las limitaciones económicas del cine independiente. Mediante un presupuesto modesto de diez millones de dólares, el equipo logró llevar adelante una filmación técnicamente compleja en Hungría, aprovechando los incentivos fiscales. Para el cineasta Corbet, estos recursos no son obstáculos, sino mas bien, retos que alimentan su creatividad y compromiso con el cine como arte.