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Después de su convincente victoria de noviembre, Donald Trump ha sido juramentado como presidente de Estados Unidos a pesar sus condenas judiciales, sus malas compañías, sus pretensiones sórdidas y sus insultos sucios.
La suya es la victoria de la posverdad, de la mentira consiente, del odio al otro diferente.
La victoria de Trump simboliza la decadencia estadounidense en un mundo multipolar que comienza a mirar hacia el sol naciente, hacía los BRICS+, (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica +), un foro político y económico que reúnelas cinco mayores economías emergentes del planeta, ampliado recientemente con la llegada de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, abarcando el 45% de la población mundial, el 28% del PIB, el 22% del comercio y el 42% de la producción de petróleo.
Trump asume la presidencia de EE. UU, cuando esos BRICS, – (que no toman en cuenta la ubicación ideológica, y donde tiene cabida desde el comunismo chino hasta la teocracia islámica de Irán, pasando por la progresía socialdemócrata de Brasil)- se van convirtiendo en una opción a tomar en cuenta si fuera necesario,en caso de que el míster se decida a cumplir sus amenazas contra México, Panamá, Canadá o Finlandia, por ejemplo.
Ante la renovada soberbia imperial, el resto de los países del mundo, y en especial los países atrapados en su condición de “patrio trasero”, tienen otra salida, otra canasta para poner los huevos patrios, sin tener que abandonar del todo la canasta gringa a la que los dominicanos estamos tan vinculados, por decir.
Ante el escenario que la llegada de Trump define, es hora de preguntar al presidente Abinader, cuál es el estado de nuestras relaciones con China and friends, con los BRICS en ascendencia; qué tal nos va con México; cuestionarle sobre nuestras relaciones con el Brasil de Lula Da Silva, huérfano deJosé Ernesto “El Gordo” Oviedo, quien siempre mantuvo la absoluta seguridad de que su amigo volvería a la Presidencia y así ocurrió.
República Dominicana debe prepararse, no solo para recibir miles de deportados, sino también para resistir el retorno de Estados Unidos a aquella Doctrina Monroe de 1904, con la que se atribuía derechos unilaterales sobre el continente americano. (Lo primero que nos robaron fue el gentilicio).
Y así andamos hoy, temerosos, inseguros entre la duda, el desconcierto y un solo miedo, la suma de todas las incertidumbres. ¡Oremos!
El bulevar de la vida
Pablo McKinney