
Los terapeutas coinciden en que ciertos mensajes pueden marcar la vida de los niños y convertirse en mantras que los acompañen siempre. Estas son 11 enseñanzas que desearían que todos los niños conocieran:
Cuando alguien actúa con crueldad o acosa, no es culpa del niño: refleja lo que esa persona siente consigo misma. Enseñar empatía ayuda a que los niños no tomen los insultos como algo personal.
Todos enfrentamos decisiones entre lo correcto y lo tentador. Aprender a elegir el camino correcto fomenta independencia y confianza desde temprana edad.
La independencia es valiosa, pero los niños deben saber que está bien buscar apoyo. Reconocer la vulnerabilidad es un aprendizaje para toda la vida.
Equivocarse es parte de aprender. Los niños deben comprender que los errores no definen su valor, sino que son oportunidades para crecer.
Es normal sentir enojo, tristeza o frustración, pero los niños deben aprender a expresarlos de manera segura, sin dañar a otros.
Los niños deben saber que pueden decir “no” a abrazos o toques que los incomoden, reforzando límites personales y seguridad.

Identificar emociones permite manejarlas mejor. Enseñar a los niños a poner nombre a lo que sienten reduce el impacto de emociones difíciles como la vergüenza o la decepción.
La valía de un niño no depende de su rendimiento académico o deportivo. La aceptación incondicional disminuye la ansiedad y el perfeccionismo.
Aprender a respetar el espacio y los sentimientos ajenos enseña empatía y consideración hacia los demás.
Frente a desafíos y fracasos, los niños desarrollan la capacidad de superar obstáculos, fortalecer su confianza y aprender a adaptarse.
Los niños deben entender que sus decisiones cuentan, pero no definen su esencia. Esto fomenta responsabilidad sin generar culpa excesiva.